(Imagen: http://imagenes.solostocks.com/z1_3946741/nino-jesus-en-cuna.jpg)
Parte final: ACEPTANDO RENACER
La casa está ya en absoluto silencio. A lo lejos sólo se escucha algún que otro grito aislado y la sirena de un móvil policial que responde a alguna emergencia.
La luz de la luna entra esplendorosa por la ventana que ha quedado entreabierta. Un murmullo casi imperceptible se siente entre las sombras. Desde el estante, solitario en su cuna el Recién Nacido se incorpora.
Contemplando con resignación el poco destacado sitio en el que este año fue entronado, el Niño Dios del pesebre se replantea formalmente su papel en aquello que debería haber sido su festejo. Nadie se acordó de su presencia. Opacado por el oropel de guirnaldas y luces titilantes, el despintado niño recuerda mejores épocas.
Allá lejos, cuando las prioridades eran otras y menos urgentes los asuntos pendientes, el centro de la Navidad era su pequeño reino de cerámica y ritos consagrados. La gente de la casa se tomaba su tiempo para armarlo y se entusiasmaban con la idea de agregarle año a año algún que otro personaje a su séquito de pastores, reyes y animales. Los ángeles custodios estaban en verdad complacidos, contemplando cómo la fortuna de poder rodear la mesa familiar era suficiente para reencontrarse con esperanza y afectos. Ya no es así. Hace tiempo que lo ha aceptado y comprendido, pero eso no quiere decir que no le duela.
En realidad lo que más suele turbarlo es esa sensación de incertidumbre que lo invade al contemplar la insensatez de sus protegidos. La obcecada insistencia por medir todo lo que los rodea según se cotice en el mercado, lo desanima. Siente que su mensaje se ahoga cada año más, entre el bombardeo de publicidades consumistas y postales importadas.
Puede hasta entender que el gordo de rojo, barbudo y sonriente, le gane de mano en el corazón de los más chicos: se comprende…es más entrador…más impactante. Su imagen está más estudiada, más publicitada. Es más comercial y eso vende…pero él no busca vender. Sólo desea dar. Darse. De la forma más desinteresada y auténtica. Haciendo caso omiso de costumbres y creencias. Sin retaceos. Sin exigencias, sin reparos.
Observando ensimismado el cielo estrellado de ese sur que no sabe de nieves pero que ilustra sus navidades con bellas estampas invernales, el recién nacido se cuestiona seriamente sobre la validez de la Redención que representa. Al ver la violencia en las calles, la insensatez de las falsedades humanas, los delirios de grandeza, la deshonestidad, la falta de compromiso con las grandes causas humanitarias, el pobre se siente solo en un mar de incongruencias.
Se elevan sus pensamientos hasta las más altas estrellas. Desde allí, buscando hallar lo que en ese momento da como perdido, se empeña en indagar la sobrevivencia de lo más sagrado de su mensaje.
Escarba hondo bajo la cáscara de los rencores y las apariencias. Indaga en silencio en el interior de las más tiernas miradas. Halla inocencias, profundas verdades. Se encuentra con esperanzas. Pequeñas quizás, mal guardadas…pero bellas, vivas, a pesar de los pesares. Se entretiene reinventando excusas para salvar a los humanos, pequeños seres carnales, frágiles, complejos, mezquinos a veces, pero otras, íntegros, puros… inconclusos avatares de deidades.
Él hace lo que puede. No siempre se le escucha. A veces hasta se le culpa de lo que no es responsable.
Su mensaje de conciliación y paz suele quedar enterrado entre las mediáticas ensoñaciones de las banalidades más publicitadas o de las aberraciones más crueles. Para bien o para mal lo terrible y lo superfluo son más solicitados; son más rentables en el mundo de hoy y eso lo desanima.
Casi pierde a veces la ilusión, el compromiso de renacer anualmente con el que se implicó hace siglos…más lejos aún, desde el inicio de los tiempos.
Se plantea uno a uno los alcances reales de su mensaje pacifista, de hermandad aún entre enemigos… y la inocencia que trasuntan sus palabras frente al desenfado de la violencia y lo grotesco (tan de moda y potenciados) le hace, por momentos, bajar sin fuerzas sus bracitos casi humanos.
Impotente por la enormidad del mal que aqueja a los de abajo, a los tan suyos…a los que en verdad quiere… hasta solloza, una y otra vez dejándose llevar por la nostalgia de otros días donde la esperanza aún relucía en el corazón de los humanos…o quizás no. Quizás esté aún omnipresente, pero se halla escondida. Hundida en lo más hondo de las flaquezas cotidianas, rogando…clamando a gritos para ser rescatada…para que Alguien, infinito en su comprensión, logre restaurarla y le enseñe a hacer frente a lo que venga, a lo que se presente en el camino para ser superado.
Semejante hazaña suele no intimidarlo, pero a veces, en estas fechas, cuando la proximidad de su compromiso de Renacer es revalidado, su parte humana hace de las suyas y logra entonces hacer tambalear sus convicciones, no las de fondo, tan sólo las de forma. Esas que determinan la manera de comportarnos, de llevar adelante los más caros retos, los más trascendentes objetivos.
Pero entonces, (tantas otras veces como ahora), su Corazón pequeño, pero de infinita bondad, logra otra vez tomar el mando de su conciencia y decide, por fortuna, al fin, retomar su compromiso.
Las fuerzas que le impelen reconocer una caricia profunda dada con honestidad, un beso libre de vacuidades, un apretón de manos sincero, un gesto amigo, una sonrisa cómplice, una mirada compasiva…logran lo que antes parecía imposible.
Allí encuentra su dosis de ímpetu redentor y se renueva.
Mirando hacia lo alto del cielo majestuoso se reencuentra con su Ser trascendental y retorna, complacido y reconfortado ya, a su humilde cuna…a su pesebre de paja y amor, a darse entero por otro año, esperanzado y solícito… aceptando una vez más renacer.
(fin)
Hola Neo:
ResponderEliminarNO he querido dejarte ningún comentario hasta el final de tu magnífica entrada en tres partes.
Ante la fiesta, el egoismo, la racanería, lo ramplón de unas navidades regidas por las envidias, el consumo, la enemistad y la hipocresía, la generosidad de ese Niño Jesús que, aún arrinconado y cuestionándose seriamente su labor redentora, saca ánimo guiado por un amor infinito, para un año más, asumir el compromiso de Amor y Redención que un día, hace siglos, asumió con la Humanidad.
Me reitero. Una bellísima y profunda entrada.
Un abrazo.
Pepe.
Siempre llego tarde ,aunque he leído tu cuento reflexión y le has dado el enfoque perfecto..espero que algún día las navidades sean verdaderas...he vuelto unos días después de mis revisiones.
ResponderEliminarLuego me iré para celebrar con la familia.
Me encanta todo lo uque escribes.Besos.MJ
Sé que en estos momentos míos, ni sé, ni puedo , ser nada constructiva, pero expondré lo que pienso en estos momentos tras leer esta parte final, la esperanza nunca ha de perderse, cierto es, pero al siguiente año, verá, sentirá y le afligirá a su ser lo mismo que le ocurrió este, contemplará que nada cambió, que no aprendimos y que el daño gratuito sigue vigente como si tiniebla fuera, invadiendo cada rincón.
ResponderEliminarY todo esto no quitará, que una vez más, un año más, su infinito amor le haga renacer.
Al margen del comentario, fué un placer leer la trilogia, en especial esta parte, lléndome de aquí con un buen "sabor de boca".
Gracias por compartirlo, de corazón.
Besos cielo
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BUENOS DIAS NEO ASI TENIA QUE TERMINAR ME ENCANTO SEGUIR ESTAS 3 PARTES, NOS DEJAS UN BELLO MENSAJE EN ESTAS ENTRADAS , LA NAVIDAD NO ES LO MATERIAL OCMO HOY LA PINTAN, ES LA UNION FAMILIAR, EL AMOR Y EL AYUDAR, QUE TENGAS UNA BUENA SEMANA, SALUDOS Y UN ABRAZO DE TU AMIGO CHRISSSSS
Una alegoría preciosa. Las miserias humanas y enfrente un creador al que al tomar vida sus actores han tomado un camino equivocado, y que sin embardo él ya no puede cambiar.
ResponderEliminarComo siempre, ritmo e intensidad hacen que se viva la historia desde dentro, desde esa mesa donde sólo tienen valor la riundad y la cicatería.
Besos
Salud y República
...Y llego a la tercera parte.
ResponderEliminarEl relato es un reflejo de la mayoria de hogares,cenas, comidas,regalos y en algunos se condimenta con la hipocresía.
Pienso que se ha olvidado el verdadero sentido de la Navidad,pero mantegamos el mensaje de tu relato y volvamos a renacer cada año.
Un abrazo.
Cda familia puede poner de su parte y dejar los regalos y todo lo material de lado y comensar a sentir el verdadero espiritu de la navidad,que tengas un bello diaa besitossssssssssssss
ResponderEliminarLiterariamente esta muy pero que muy bien escrito, querida Neogéminis. Verdaderamente...¡es maravillosa la narración...!
ResponderEliminarMe quito el sombrero.
Otra cosa distinta es el aspecto religioso del tema en el cual no voy a entrar: me parece un tema muy individual de cada uno (en mi humilde opinion).
Un beso enorme.
Que maravilla. En estas fechas no sabes lo que alegra ver un relato bien escrito, real y optimista. Feliz Navidad. En mi casa nos reunimos, pero lo importante no es la comida (que me toca a mi hacerla sino el veer a toda la familia cada vez mas amplia. Siento que sea cursi, pero es real y deseaba comparitrlo
ResponderEliminarSiempre he imaginado que dios pasa una larga temporada fuera de aquí y luego vuelve. Pues menudo chasco se llevaría con nosotros!!!
ResponderEliminarSeguramente se preguntaría qué hizo mal, dónde está el fallo y esas cosas, porque su mensaje parece haber desaparecido de la faz de la tierra.
Todo ello imaginado, ya sabes que no soy creyente.
Pero obviamente me gusta el mensaje de paz, amor y esas cosas y también me gustaría que el mensaje estuviera claro y se aplicara...
Sin embargo, hay muchos corazones que sí lo tienen claro, y se lo aplican, pero dentro de este caos casi ni se nota que existen.
Una pena.
Pero vaya, dios no debe perder nunca la esperanza, o no sería dios, no?
Un beso
Lala
Dudo que vuelva a ser lo que eran las navidades, con sus reservas y una fiesta familiar y recomponer, pensar, pedir por la necesidad de todos. Se ha perdido el significado de ella, de cualquier manera, no pierdo las esperanza de que estemos mejor, mas sensibles, menos egoistas, mas entregados a la solidaridad, pero bue...
ResponderEliminarUn abrazo.
Jo, has explicado a la perfección eso que todos pensamos pero que por algún motivo, no acabos bien de comunicar. Me siento identificado pues bien podría ser uno de esos cuñados enzarzados en la charla futbolera. Es una lástima que esos valores se hayan volatilizado en la maraña consumista que se ha convertido la navidad. Luces, regalos, la comida que ha muchos les falta y que a nosotros nos sobra... en fin, la verdad es que es para sentarse a reflexionar sobre todo esto y plantearse darle un cambio radical, sobre todo a los que tenemos hijos de corta edad, para que por lo menos sean conscientes de lo que fue algún día o significó la verdadera navidad.
ResponderEliminarUn gran relato Moni, duro pero real, como la vida misma.
Abrazos¡¡
Ai Mónica... llegan las navidades y no me gustan demasiado pero vengo aquí leo tu entrada y me conmueves una vez más, gracias. Como dice Sinu un relato duro pero real como la vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Hola, compi Neo.
ResponderEliminarComo sabes, soy bastante pagana, aunque respetuosa, eso sí; así que no comentaré nada feo, no sufras.... Sólo que ojalá las personas no necesitasen de nada espiritual para hacer el bien y mantener la paz. Yo siento por el género humano tanto aprecio como desprecio, dependiendo de cuál, porque hay dos clases en mi clasificación: la de las personas que merecen mi respeto y las que no son ni siquiera personas.
No depende ello de ninguna espiritualidad, religiosidad o divinidad, la buena gente siempre merecerá mi apoyo. Bueno, que me lío, un fuerte abrazo para tí y los tuyos.
Más de uno se habrá hecho la pregunta mientras estresado(a) va comprando regalos de navidad...¿y todo esto para qué?
ResponderEliminarNo perdamos la mira... y acá nos llamas a la reflexión.
Recibe muchos saludos berlineses, querida Neo.
Yo también he visto como la fiesta religiosa se convirtió en una fiesta de caros regalos donde nadie piensa de el redentor que está naciendo. Lo vi, lo estoy viendo, y pienso que cada uno hará como quiera o pueda en su casa, con su familia.
ResponderEliminarHermosa trilogía.
Saludos.
Hola Neo, como ando de prestado, ahora me he leído las tres partes, me ha gustado mucho, en las dos primeras recordé unas cuentas navidades que tuve que pasar de compromiso, aquello era horrible, la anfitriona acababa peor que la tuya, y yo no soporto esas comidas hipócritas, así que cada cual a comer en su casita, yo con mis hijos ya voy que me mato. Me gustó el final, por suerte en mi casa, siempre se le reserva el mejor lugar, si no puedo poner árbol, no pasa nada, pero el belén, ese no puede faltar. Besitos.
ResponderEliminarHas vuelto a hacerlo, a dejarme sin palabras, por un lado por lo bien que has desenlazado la historia y por otra por lo bien que la has enlazado en la parte que debería de tocarnos, esa que hemos enterrado bajo los regalos, las parafernalias de cenas y que es la que de verdad calienta el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo bien fuerte Neo : )