NACE UNA ESTRELLA La excitación permanente, el lujo de las fiestas, el oropel que envuelve las rutinas de una estrella no era algo que le resultara agobiante o desmedido, más bien la nutría con nuevas energías, le hacía subir su adrenalina y le daba nuevas alas a sus sueños de antigua cenicienta que acaba de ser descubierta a la vida. Más de una vez, cuando se encontraba a solas ordenando el fastuoso vestuario de su empleadora, había sucumbido ante la tentación de probarse algún vestido o alguna de las famosas elegantes chalinas que desde siempre distinguían a la ya madura actriz, quien, por otra parte, solía tener bruscos episodios de depresión, (mucho más frecuentes en los últimos tiempos) fundados en el miedo atroz a la impiedad de la vejez que ya se le venia encima. El brillo, los encajes y las pieles seducían a la muchacha en forma casi hipnótica. Acariciar aquellas maravillas era para ella como estar tocando el cielo con las manos, tan mágico como imaginarse sobre un escenario, actuando como propios cada uno de los papeles que interpretaba su benefactora. Sabía que también en ella corría la sangre de los grandes actores, tenía el talento, tenía las dotes, tenía las relaciones…pero no había tenido aún la oportunidad. Por días y días estuvo concibiendo la manera más apropiada para lograr que alguien le diera la ocasión de probarse sobre las tablas. Era tan grande su ego y su seguridad que, daba por hecho que obtendría un papel estelar en forma inmediata si lograba que alguien le diera una audición. Aprenderse los textos no era problema, de tanto observar los ensayos y las actuaciones de la compañía, ya sabía con justeza todos los parlamentos del papel principal. Su pasión por ser actriz era tan grande como su facilidad para memorizar e interpretar. De todos los artilugios que cruzaron por su mente, el que más la entusiasmó fue el de hacerse considerar como eventual suplente del rol central, ocupado por aquella que la había rescatado en una ya lejana noche de frío y soledad. Para llevarlo a cabo, supo cómo y cuándo hablar con el director de la obra que se estaba ensayando. Era amigo personal de la actriz desde hacía años y dados los avances que la joven había logrado como su asistente, era acertado pensar que ahora, también lo era de ella. Nada más certero que una palabra justa dicha del modo adecuado y en el momento oportuno para abrir la más difícil de las puertas. Con la liviandad y delicadeza de quien se desliza entre sedas, la aspirante logró su cometido y luego de ser escuchada en una audición especial (en apariencia improvisada) en medio de sinceros elogios y aplausos merecidos obtuvo el puesto de suplente de la estrella principal. Si bien la experimentada diva recibió en forma intempestiva la novedad de la inconsulta designación de la joven como su suplente, una parte de ella (que hasta ese momento intentó acallar) supo que ese era el comienzo de una escalada de golpes bajos que se sucederían en su contra. A partir de ese momento la relación entre ambas mujeres dejó de ser lo que venia aparentando. Las suspicaces indirectas de la mayor eran lanzadas como dardos envenenados hacia su otrora protegida, alentada por los celos que crecían a la par de su inseguridad; la más joven, en cambio, manejaba con maestría la hipocresía de quienes se sienten indestructibles disponiendo a su antojo los hilos que mueven los destinos de las que ya son sus víctimas: la fingida inocencia de sus intenciones era manipulada frente a todos quienes la habían adoptado como “mimada” dentro del círculo de “selectos” al que, paradójicamente, la había introducido quien ahora se veía por ella invadida y sojuzgada. Los acontecimientos siguieron su curso y el aire enrarecido que se generaba entre ambas mujeres terminó siendo intolerable. La más joven optó un buen día por alejarse, en ”beneficio de lo que fue una gran amistad” y que, de repente, a causa del cambiante humor de la diva, se vio trastocado en una “injustificada rivalidad”. La otra, en cambio, mordiéndose para no mostrarse frente a todos humillada y manipulada por una arribista, decidió refugiarse en la actitud de estrella caprichosa que decide, por su cuenta, arrancar de su entorno a quien ya no responde a sus antojos. Nada más lejano a la realidad. Ambas se habían quitado frente a frente sus caretas y sus odios habían surgido sin misericordia, cortando de cuajo lo que antes, en apariencia, las había unido. A partir de allí, lo peor de ambas mujeres afloró de donde había permanecido guardado hasta ahora y las empujó a silenciosa guerra sin escrúpulos. La más joven, decidida a hacer suyo lo que ya tanteaba como gran posibilidad, se enteró que su antigua empleadora pasaría unos días de descanso en una cabaña en las afueras de la ciudad. Bastaron unos pocos dólares y lo mejor de sus encantos para enredar con sus ardides al chofer de la estrella quien, (vaya uno a saber cómo!) olvidó ese día cargar con combustible el tanque del automóvil, haciendo que la diva llegara al teatro con más de una hora de retraso. Esa era la ocasión (forzada, desde luego) que la ambiciosa joven estaba esperando. Por supuesto debió ser ella quien interpretara el rol principal en la función de esa noche, a la que, no casualmente, habían acudido los más destacados comentaristas de espectáculos. El vestuario parecía pensado a su medida, el parlamento, escrito para ella, la fuerza, el talento, surgieron con la naturalidad y contundencia de quien lleva en sus venas la pasión por el escenario…y el público le retribuyó de pie y gratamente sorprendido por aquella magnífica función que el azar y los dioses de las tablas habían determinado conjugar. Merecido éxito el de esa noche…merecido también los aplausos, las entrevistas, las felicitaciones…inmerecida sin duda, la trampa tendida hacia quien le había brindado una mano cuando más lo necesitaba. “Ha nacido una estrella” titulaban al otro día las publicaciones especializadas. Las flores, las propuestas, las felicitaciones…todo era tal como alguna vez lo había soñado. Sólo un detalle se le había escapado: las consecuencias terribles del despecho de quien se siente engañada, traicionada y usada como si de un trapo viejo se tratara.
(continuará)
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Ahhh viene de serruchada de piso impiadosa! Mmmm que venganza debe estar preparando Bette (el personaje de la vieja diva quiero decir) no quisiera estar en lo zapatos de la nueva star!
ResponderEliminarun beso, espero el final =P
Hola Neo!!! Paso a saludarte y agradecerte las infinitas muestras de cariño que tenés conmigo ( que no supe corresponder como mereces, perdón...) y a decirte que no me olvido de vos.
ResponderEliminarQue tengas un lindo jueves.
Cariños.
Y EN LO MAS INTERESANTE ME DEJAS ¡¡A DOS VELAS!!!ESTOY DESEANDO LEER TU FINAL...SINCERAMENTE HEMOS E RECONOCER QUE LAS MUJERES SOMOS MUY MALAS.
ResponderEliminarQUE GANAS TENGO DE LA PROXIMA.
BESOTES.MJ
jo, que me voy a quedar sin unas¡¡
ResponderEliminar:)
Sigue esta doble maravilla: añoranza de esa inolvidable pelicula, y esta muy, repito, muy buena entrada.
ResponderEliminarBesos enormes...!!!
Que bonitas Neogeminis!!
ResponderEliminarYa leí la primera parte también. Me gusta mucho como escribes estos pequeños relatos.
Muchos besoss
Sara
nace una estrella cada vez que nace un ser humano...
ResponderEliminarUY! pOBRE CHE!!!, AHORA VA A PONERSE TREMENDAMENTE INTERESANTE ENTONCES..!!
ResponderEliminarMUY BUENO ESTE RELATO..!!!
QUE TENGAS UN MIUY BUEN DIA!
SALUDOS.
La competencia a la orden del día. No me pierdo el final. JA!
ResponderEliminarUn abrazo.
Oh, no hay nada peor que quedarse a medias!!! Espero el final vengativo o no!!
ResponderEliminarUn abrazo desde la orillita del mar.
Esperamos con ansia....
ResponderEliminarjajajaj
Saludos!
Lo más normal es pensar en una venganza, pero contigo es imprevisible..
ResponderEliminarEspero.
Un abrazo.
Lo más normal es pensar en una venganza, pero contigo es imprevisible..
ResponderEliminarEspero.
Un abrazo.
Mala y ambisiosa desmedidamente.
ResponderEliminarY si, era de preveer, no?
Besos.