Subo este texto ya publicado para sumarme a mi propia convocatoria. Pasar por el post anterior para leer todos los relatos
LA APERTURA DE LOS
BUZONES VERDES (un delirio para ser contado a los más chicos)
Érase una ciudad
gris, con cielo gris y piedras grises. En ella habitaban personas moderadas,
medidas, modosas, siempre correctas. Así como no se permitía ninguna disonancia
ni estridencias visuales tampoco se toleraban gritos, bocinazos, peleas ni
risas ostentosas. Se vivía en armonía, eso sí, sin que a nadie le faltara nada
para vivir dignamente, aunque sin lujos ni demasiada exposición. La cuota de
distensión y desborde que se permitía entre aquellos ciudadanos uniformes se
canalizaba exclusivamente a través de unos buzones verdes ubicados
estratégicamente en cada esquina. En ellos la gente depositaba los sobres en
donde anotaba cosas bien alocadas, secretos para nunca ser revelados, temores
inconfesables y sueños extravagantes, volcados allí para ser conservados en
clandestinidad, como elementos mal vistos dentro de una sociedad tan homogénea
y monocroma.
Si bien la
situación de equilibrio y concordancia resultaba ser el status quo en que los adultos aceptaban y decidieron vivir, para
los más jóvenes la vida se iba poniendo cada vez más insostenible, aburrida y
abrumadora. Por lo que, un día tan gris y normal como tantos otros, sin aviso
ni señal por la que hubiese podido ser advertido, se organizó un acto
revolucionario impensado e inaudito que logró poder en jaque toda la monotonía
establecida: de improviso y coordinadamente se abrieron uno a uno todos los buzones en los que la
gente depositaba a modo de catarsis sus chifladuras, liberándose en forma
caótica y desbordada todo lo que hasta entonces había estado encerrado,
aprisionado y contenido en los consabidos contenedores verdes.
De repente el cielo
se llenó de azules impensados y pájaros chillones haciendo figuras cómicas con
amasijos de nubes. Los árboles de divertían compitiendo por sus verdes mientras
que los sorprendidos ciudadanos perdían su usual compostura comprobando que de
algunos follajes brotaban frutas rojas y lustrosas y de otros, flores amarillas
y perfumadas, todo sin orden ni regla estratégica que los mantuviera
coordinados y prolijos. Las casas no quisieron ser menos y se animaron a
llenarse de lunares, rayas, curvas y hasta de sapitos. Los autos comenzaron a
ir por la vereda y los perros se negaron a pasearse con correa husmeando
religiosamente cada arbolito. Los colores estallaron pintarrajeando todo aquí y
allá, incluso lo que se movía. Las carcajadas comenzaron a brotar sin razón y
contagiaron en forma incontrolable hasta los señorones más conservadores. Hubo serpentinas entre los peinados de las
señoras, zapatos con luces, silbidos agudos haciendo que la gente se tapara sus oídos.
Todo fue irreverencia a partir de ese momento en la otrora ciudad gris,
mientras las locuras escapadas de aquellos buzones verdes alcanzaban por fin la
estratósfera y se apelmazaban unas con otras para conformar el sol rojo e incandescente
que aún reina en ese cielo desde entonces.
Buenas noches Mónica.
ResponderEliminarMe encanta cómo el texto transforma lo cotidiano en algo mágico y caótico. La ciudad gris se llena de color, vida y fantasía, rompiendo todas las reglas. Es una celebración de lo inesperado, con imágenes muy creativas y un tono alegre que contagia. Me hizo imaginar un mundo donde todo puede salirse de lo normal, y eso lo hace muy original y divertido.
Te felicito.
Un abrazo grande
Creo que desde la variedad y la alegría deberíamos construir un mundo más ameno y amigable, sin caer en el caso, pero permitiéndonos la fantasía. Un fuerte abrazo y muchas gracias por leer con atención, Nuria
Eliminarmmmm. si todos lográramos cumplir con lo que realmente pensamos o soñamos o reprimimos, sería la respuesta a la felicidad?
ResponderEliminarNo todos. Hay algunos que, de dar rienda suelta a sus deseos irrefrenables, bien podrían mandarnos a la tumba. Gracias por leer, gustab. Un abrazo
EliminarBuzones para depositar las chifladuras, es la chifladura más genial, una ocurrencia maravillosa. Una gran locura para devolver la razón a la gente, has construido un relato que viene gris y se abre al azul. Abrazos
ResponderEliminarNo todas las chifladas son negativas, Ester. Un poco de ellas nutren y reanimar. Me alegra que te gustara el relato. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarSi, parece que dentro de la seriedad y cordura, hay que dedicar un espacio a la locura, la idea de los buzones verdes me parece oportuna en ese contexto gris.
ResponderEliminarAhora bien la reves.... en un mundo donde la locura esta suelta.... tambien deben haber rincones reservados a lo moderado y lo cuerdo, algun buzon gris debe existir.
solo para dar balance.
Muy atinada tu acotación, José. Coincido. Estamos viendo tanto sinsentido suelto que la propuesta feliz del cuento pareciera invalidarse, aunque está dedicado a los niños, que aún son inocentes. Un abrazo y muchas gracias por leer
EliminarBueno, bueno, todo en su justa medida sería lo correcto.
ResponderEliminarTanta rectitud es fastidiosa , pero tanta anarquía tb lo es.
Podríamos decir , que tener lo ideal en la convivencia no es fácil.
Habrá que tener acuerdos donde la vida tenga sus colores en concordancia
Besos.
Exacto. Ni muy muy, ni tan poco. En su justa medida un poco de locura a veces es imprescindible, sobre todo si de juventud se trata 😂. Un abrazo, Campirela. Gracias por tu constante compañía
EliminarHola Neo!
ResponderEliminarBendita locura y bendita juventud! Je, je! Eso es lo que pasa con la contención que un día explota! Me ha encantado esta explosión colorida y risueña de tu historia! Y los buzones verdes, aunque no estemos en un mundo gris del todo, me parecen una idea muy buena! Un abrazote y gracias por proponernos este nuevo reto juevero!
Surgió como un cuento para niños, pero creo que la idea vale - en su justa medida- para todos. Un abrazo y gracias por leer con atención, Marifé
EliminarMe han gustado mucho las imágenes que has construido en el texto :) Es una idea genial, todos llevamos nuestras pequeñas chifladuras dentro, lástima que la vida adulta parezca empeñada en anularlas todas a golpe de uniformidad, ¿verdad?
ResponderEliminarMe alegra mucho que te gustara, Beauseant. Es bueno alimentar de vez en cuando al niño que todos llevamos dentro. Muchas gracias por leer con atención.
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Es para celebrar que llegue el tiempo de las carcajadas. Un abrazo.
ResponderEliminarExacto. La falta que nos hace! Un abrazo
EliminarConforme te iba leyendo, iba pensando si yo fuera uno de los dellugar ya habría abiero los buzones para alegrar el cotarro.
ResponderEliminarMe adivinaste el pensamiento.
Un beso muy fuerte.
Jaja eras de las rebeldes! Bien por esa rebeldía! Un abrazo, Tracy. Muchas gracias por tu constante apoyo y entusiasmo
EliminarAhora entiendo porque ahora, cuando voy a buscar ideas para mis relatos a esos buzones,como había hecho siempre, ahora me los encuentro abiertos y vacíos.
ResponderEliminarAbrazoooi
Era por eso! Jajaja
EliminarSe te ha olvidado mencionar que en aquella época "civilizada" estaba prohibido tirar de la cadena de 00:00 a 08:00.
ResponderEliminarAbrazooo
Qué organizados! Jeje. Los ruidos mokwstos suelen ser foco de conflictos! Gracias por aportar siempre una cuota de humor, Gabi. Un abrazo
ResponderEliminarHola! 😊
ResponderEliminarTu relato me ha hecho reflexionar, y vaya si es cierto que hace falta el brío y el empuje de la juventud para remover eso que damos por sentado, pero que en el fondo no es tan justo como parece. ¡Ay, este mundo tan gris! Da hasta penita… pero si lo pintamos de verde, ¡eso ya es otra cosa! 🌿💚 Como un soplo de vida.
Muy buena reflexión, Lucila, aunque también los jóvenes muchas veces se equivocan. Y feo! Un abrazo y muchas gracias por participar
EliminarBuzones catárticos, terapéuticos... Genial. Qué agregar? Me encanta la surrealidad de tu texto. Insisto. Genial.
ResponderEliminarCelebro Celebro que te haya gustado, Carlos. Muchas gracias. Buen fin de semana te haya, Carlos. Muchas gracias. Buen fin de semana
EliminarHola Mónica me gusto mucho tu relato, tiene magia y colores, pero por sobre todo mucho para reflexionar y pensar.
ResponderEliminarTe cuento algo, en el final cuando leí esa parte que habla de los árboles con sus copas verdes y frutas rojas, afloró la niña que se esconde dentro mío y recordé aquellos arbolitos que dibujaba en la escuela pintando con mucho cuidado para que las manzanas rojas resaltaran aún más y no se escondieran entre el verde.
Un abrazo.
PATRICIA F.
También yo las he dibujado! Jaja besote
EliminarCuántos colores desbordan tu relato envuelto en emociones, un relato lleno de magia y encanto, qué bueno que lo hayas reeditado.
ResponderEliminarUn besazo.
Me alegra que te gustara, María. Pensé que resultaría apropiado. Abrazo y muchas gracias
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