jueves, 28 de mayo de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Aires góticos

Me sumo a la propuesta juevera que nos hace Mag desde su blog con un texto que no sólo resultó más largo que lo aconsejado, sino que además, quizás no tenga mucho de gótico. Sepan disculpar si no dí esta vez en la tecla. Para leer todos los aportes, dar clic aquí.




EL MONJE

El monje llegó una noche de luna brumosa, sin aviso y sin saberse quién lo enviaba. Se instaló sin demasiadas explicaciones entre los restos de la vieja ermita que ya nadie visitaba y al poco tiempo se las ingenió para reunir un grupo de aldeanos que lo ayudaron a reconstruir lo que quedaba de la capilla. Desde allí, cada día al despuntar el alba hacía sonar la añosa campana de la torre llamando a misa.

Por aquellos años y en aquel lugar era poco, en realidad, lo que se sabía de los ritos litúrgicos dogmáticos y los ingenuos pobladores, analfabetos y despojados de más pretensiones que poder acercarse a alguna sacralidad que les insuflase un soplo de alivio y esperanza a sus despojadas vidas, no comprendían que casi nada tenían que ver aquellos gestos ampulosos y aquellas dramáticas sentencias lanzadas desde el púlpito con lo que dictaban las Sagradas Escrituras.

Las exacerbadas palabras lanzadas como advertencias desde aquel rincón perdido en las montañas estaban destinadas a aplastar los espíritus libres, anuncios de próximas pestes, irrevocables penas, oscuridades y desventuras aguardando a todo aquel que no cumpliese con lo que desde el púlpito se imponía como palabra santa. El miedo y la desconfianza se arraigaron en todos ellos, la delación, la autoflagelación, la falsa creencia que el dolor resultaba ser un justo castigo para sus almas pecadoras. Nada de luz habitaba lo que debería haber sido un lugar sagrado, sólo oscuridad y temor, penas y castigos.

Sucedió un invierno que una joven pastora quedó atrapada por una tormenta cerca de la ermita. A la mañana siguiente encontraron a todo el rebaño pastando cerca de unas rocas, pero ninguna señal de ella. La búsqueda fue intensa y se prolongó varios días, pero fue infructuosa. Durante la homilía el tenebroso monje se encargó de repartir culpas, diciendo que nada sucede porque sí, que todo mal resulta ser castigo de alguna conducta pecaminosa y de inmediato puso a la gente a hacer penitencia y más restricciones como señal de arrepentimiento. Al poco tiempo concluyeron que merecían la pena y comenzaron a olvidar a la joven perdida.

Mucho tiempo después un joven extranjero llegó a aquellas tierras buscando conocer mundo. De inmediato se intrigó cuando supo la historia de la pastora perdida y con gran interés se dedicó a revisar el camino que supuestamente ella debería haber recorrido. Entre las piedras en las que hallaron a las ovejas, el joven descubrió lo que parecía ser una entrada imprevista hacia un sitio subterráneo y sin pensarlo demasiado, entró por el hueco. 

Apenas sus ojos fueron acostumbrándose a la oscuridad logró distinguir lo que parecían ser una jaula desde donde provenían leves gemidos. Intrigado, decidió terminar de bajar los peldaños de piedra con sumo sigilo. Cuando a punto estaba de lograr ver el interior de la celda, un chirrido espantoso quebró el silencio de aquel inmundo agujero y lentamente una luz fue abriéndose paso por un pasadizo aledaño. 

De inmediato identificó la gruesa figura del monje que antes había conocido en el pueblo, por lo que supuso que debería encontrarse en los sótanos de la ermita. Apenas el monje se detuvo frente a la jaula, los leves gemidos se transformaron en angustiosas súplicas y gritos. 

Sin demostrar el mínimo gesto de piedad ni remordimiento aquél, que minutos antes hablaba frente al altar del deber de vencer tentaciones y purificar las almas, ahora se hundía, lujurioso en un frenesí de sexo y desenfreno a costa de la pobre niña que yacía encadenada en un sucio catre destartalado. 

Espantado por lo que veía, el joven quedó petrificado mientras escuchaba los gritos sofocados de la indefensa víctima. De repente un terrible aullido de dolor interrumpió los jadeos del despreciable sujeto, que se revolcaba sobre el suelo mientras su propia sangre iba manchando la claridad de su sayo. Al fin el joven, involuntario testigo de aquel horror, logró salir de su letargo y se acercó para socorrer a la muchacha, que, entre arcadas de asco y rencor escupía ahora los restos del miembro de aquel desgraciado que, entre sus propias heces, iba muriendo desangrado.

domingo, 24 de mayo de 2020

CIERRE CONVOCATORIA JUEVERA: Suspiros en blanco y negro



Agradeciendo a tod@s quienes se sumaron a este nuevo encuentro juevero, ya sea aportando sus textos y/o leyendo y comentando, cumplo con la formalidad de dar cierre a esta exitosa convocatoria que me complace haber organizado. 

La semana próxima nos conducirá la querida Mag, a quien le corresponde proponer el nuevo tema.  Pasar por su blog para ir poniéndose en clima.

Que tengan una muy feliz semana!

P.d
les recuerdo que todos los detalles sobre las normativas para ser parte de nuestros encuentros jueveros, como así también los datos de los futuros coordinadores, están actualizados en el blog Inventario Juevero.

jueves, 21 de mayo de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Suspiros en blanco y negro 2







SUSPIROS EN BLANCO Y NEGRO  (mi segundo aporte)

El sopor de la siesta brota
como vaho marchito
desde el piso ardiente
de baldosas grises.
Entre algunos trozos
delicada brizna, nace
a modo de promesa fresca:
un cierto suspiro verde
que se asoma ileso,
abriéndose paso
entre los restos tristes
de otro tiempo añejo.
Entreabriendo los ojos
me mira el minino,
me estudia, me giña,
me intuye sumisa
y en paz me contempla,
quizás me adivina
cargada de penas
y viejos recuerdos,
portando suspiros
que aún laten tiernos
trayendo nostalgias
de otra siesta agreste.


(para leer todos los textos participantes, dar clic aquí)

CADA JUEVES UN RELATO: Suspiros en blanco y negro





SUSPIROS EN BLANCO Y NEGRO (mi aporte)

Es leve y sutil
el silencio,
previo al instante
           -que ansía ser infinito-
en que el día
se vuelve noche
allí, frente a la laguna.

Recortados en el gris
de un cielo
que supo ser azul
                                                           -paradojas de la vida-
plumas, ramas y picos
dibujan la trama
de aves, que yacen dormidas.

Y yo, aquí en mi nido
con la nostalgia
que alguna vez
           - como otros cielos-
también fue azul,
de viejos miedos,
suspirando, hoy me despido.



(para leer más relatos, dar clic aquí)

miércoles, 20 de mayo de 2020

domingo, 17 de mayo de 2020

CONVOCATORIA JUEVERA PARA LA PRÓXIMA SEMANA: SUSPIROS EN BLANCO Y NEGRO

Hola amig@s! 

Nuevamente me toca el honor de conducir otro encuentro juevero y esta vez propongo hacer referencia a los SUSPIROS. 

Si intentamos una definición que nos oriente podemos quedarnos con ésta: "Aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración profunda y a veces acompañada de un suave gemido, que generalmente está motivada por un sentimiento de pena, dolor, alivio, melancolía o deseo." 

O sea que la propuesta es hacer referencia a esa manifestación más o menos inconsciente que se dispara ante distintas situaciones emotivas y particularmente intimistas. Para contribuir para su proceso creativo, les dejo una serie de fotos en BLANCO Y NEGRO de mi autoría entre las que deberán optar para encabezar y referir en su texto. L@s espero!

SUSPIROS EN BLANCO Y NEGRO


















jueves, 14 de mayo de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Adivina de qué película hablo

De la mano de Alfredo, nos metemos esta semana en la temática del cine, desarrollando un texto que permita entrever la trama de alguna película que nos halla impresionado y dejando, para quienes lean el relato, la inquietud de intentar adivinar el título. Para leer todos los aportes, pasar por La plaza del diamante.



Mi aporte:


ADIVINA DE QUÉ PELICULA HABLO


Sumergidos en la más inaudita marginalidad ven pasar desde su ventana lo más oscuro de una ciudad que, en lo alto, avanza vibrante y moderna hacia un destino del que todos quisieran participar. Apiñados desde su guarida, que no tiene nada de hogar, los cuatro personajes se confunden con un fondo gris y caótico en donde alimentos, vestimentas, residuos y desvencijados trastos tecnológicos se utilizan y reciclan más allá de lo esperable en una sociedad en donde la dignidad debería estar garantizada aún para quienes, como ellos, mediocres y postergados, sobreviven como pueden, día a día, sin más ilusiones que las que les venden por televisión. Sobrevivientes patológicos, ventajeros consumados, entre otros tantos grises y anónimos, se deslizan y corroen todo a su alrededor, cada cual compitiendo por su propia supervivencia. Siempre atentos a las escasas oportunidades, un buen día se inmiscuyen y despliegan con argucias desprovistas de vergüenzas y moral, inverosímiles estrategias para insertarse en el mundo de privilegios y comodidades de otros cuatro individuos, que, encerrados en su propia burbuja de irrealidad, desconocen totalmente las miserias de quienes han llegado para instalarse en forma parasitaria entre los rincones de su cómoda rutina. A medida que avanza la trama, aumentan las mezquindades, se desnudan sentimientos, miedos y contradicciones de todos los personajes, que, al final, culminan fagocitados por la desesperación que los captura dramáticamente en su propia red.   
           
EFECTIVAMENTE EL FILM EN CUESTIÓN ES PARÁSITOS.  FELICITACIONES A QUIENES ADIVINARON Y GRACIAS A QUIENES LO INTENTARON. 








jueves, 7 de mayo de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Yo denuncié a mi vecino por saltarse la cuarentena

Este jueves es Gustavo quien desde su blog Juliano el Apóstata, nos propone hablar de incumplimientos y denuncias en tiempos de cuarentena. 
Esta vez quise sumarme con una sonrisa.
Para leer todos los aportes, dar clic aquí.


Coronavirus | Decálogo para afrontar psicológicamente la ...
(imagen tomada de la red)



CUARENTENA INJUSTA

La cuarentena con sol me la aguanto. El encierro obligado ligerita de ropas y con la piel descubierta aireándose en el balcón es una cosa. No se siente tan castigo, tan injusto, tan triste, tan deprimente, aunque sea breve el cruce de miradas con algún vecino desde lo alto o en el cruce fugaz mientras estamos haciendo las compras. Algo muy distinto es, en cambio, el encierro impuesto con lluvia y con nubes, bajo el cielo gris e inerte de un otoño en soledad entre estas cuatro paredes lisas y tardes lánguidas de películas gastadas y siestas solitarias. Ese retiro obligado sin sol y a solas no me cae tan bien ni me es propenso para la renovación de hondos planteos existenciales. Más bien me sabe a inquisición de frustraciones viejas y no hago más que caer una y otra vez en el mismo pozo de contradicciones y egoísmos, lo reconozco… sobre todo cuando, desde el forzado entretenimiento de escudriñar las vidas ajenas detrás de las cortinas, caigo en la cuenta que hay otros que se las ingenian para saltar las normas y los compromisos sociales que todos deberíamos cumplir a rajatablas… como la casquivana del cuarto que todas las tardes, cuando cae el sol, maquillada como para una fiesta sale a pasear el perro y como quien no quiere la cosa, coincide –sospechosamente siempre- con el rubio de la esquina que a esa hora sale a sacar la basura y después, charla va, charla viene, cada quien oculto bajo su propia excusa, se meten por una o dos horas en la casa de él sin que se encienda otra luz más que la del velador de su dormitorio (que de sobras sé que es la última ventana de la derecha del frente principal). No. Si la irresponsabilidad social es algo que me saca de quicio y me hace tomar el coraje para llamar a las autoridades correspondientes y denunciar… como lo estoy haciendo ahora con esos dos desgraciados.