sábado, 30 de marzo de 2019

PROPUESTA JUEVERA PARA EL 4 DE ABRIL: Elige uno

Hola tod@s!

nuevamente me toca conducir un encuentro juevero y como es habitual, me inclino por no centrar la propuesta a un único tema. 

La consigna es bien sencilla, se trata de elegir uno de los recortes que ofrezco a continuación para luego escribir lo que la frase nos inspire. 

Recuerden que los relatos no deberán extenderse (dentro de lo posible) más allá de las 350 palabras. Luego de publicarlos me avisan dejándome el respectivo enlace. La reciprocidad en leer y comentar es parte del juego. No lo olviden.

Espero que la propuesta les entusiasme. L@s espero.


miércoles, 27 de marzo de 2019

ESTE JUEVES UN RELATO: CASA DE VECINOS

Sumándome a la propuesta de María José, adaptándola un poco a las formas locales de otro tiempo, evoco (idealizada y desde la nostalgia de una anciana) un tipo de vivienda colectiva denominada por aquí conventillo, marcada por la pobreza y la marginalidad a la que se veían sometidos sobre todo los inmigrantes que arribaban a estas tierras atraídos por las promesas de una mejor vida. Para leer más aportes, pasar por el blog Lugar de Encuentro.

Imagen relacionada
(Conventillo en San Telmo, Bs As - foto hallada en la web)



CASA DE VECINOS

Sumida en el sopor de la hora de la siesta que recién comienza, reclinada sobre la vieja silla en que suele derrumbarse a esa hora sin remordimientos, Ágata se sostiene de la nube que cruza ahora el breve cielo que se alza sobre el patio del geriátrico. Abrazada con soltura a los recuerdos que la elevan hacia el sol como un barrilete, la otrora niña se deja llevar por la nostalgia.

Con la levedad que la melancolía hace brotar sonrisas en su rostro arrugado, las luces y las sombras de otro patio muy distinto van llegando a su memoria y allí se ve, negras sus trenzas y alegres sus ojos, mientras -con rítmicos saltos- recorre el conventillo donde se crió canturreando viejas canciones  de infancia.

Nítidas y recién baldeadas las baldosas coloridas de aquel lejano rincón de muros encalados y verdes persianas, florecen en su recuerdo con la belleza que quizás nunca tuvieron en la realidad, pero que -a sus ojos de ingenua felicidad- resultaban ser tan bellas y delicadas como en un cuento de hadas. Recortados bajo las sombras de la  perfumada glicina alcanza ver a sus antiguos compañeros de tardes y aventuras,  ensimismados los cinco en una competencia de bolitas. Siempre ocurrente, Andrés, se las ingenia para hacerles despertar sonoras risas que quiebran el silencio obligado al que se los encomendaba durante las prolongadas tardes de domingo. Mientras los adultos -guardados cada quien en la quietud de su propio cuarto- matizaban sus vidas entre sábanas, ruegos, mates o lecturas distendidas, los  chicos de la casa se entretenían inventando juegos que los nutrían de sueños y picardías. Salía entonces, doña Isabel -como siempre la primera- de su reclusión vespertina, para regar una a una las macetas prolijas que lucían sus ventanas como así también las otras, más grandes y toscas, que enmarcaban el humilde zaguán que daba entrada al conventillo. Uno a uno luego, los pobladores de aquel nutrido patio de vecinos, iban saliendo de su letargo amenizando con sus parloteos la intimidad de ese variopinto mundo compartido. Pese a las carencias, pese a las mezquindades que de vez en cuando salían a la luz resquebrajando la armonía aparente que intentaban imponerse todos para sobrevivir, se era feliz. O al menos así ella, -Ágata, la de las trenzas negras- mirando hacia atrás hoy quiere creerlo.

Ya el sopor de la siesta se desvanece. Un acre olor a sopa de zapallo inunda el aire preanunciando la insulsa cena que se avecina -siempre temprana, insensiblemente temprana- como  queriendo acortar los días de esos ancianos que, en cambio, aguardan con ansiedad algo que les diferencie y alegre el paso de las horas.

En el patio del geriátrico, como sostenida aún de la nube que la elevó por última vez a los cielos de su infancia, luciendo una leve sonrisa, Ágata esta vez se niega a despertar.



viernes, 15 de marzo de 2019

ESTE JUEVES (VIERNES YA) LIBERTAD

Esta semana Inma nos conduce en nuestro encuentro juevero, proponiéndonos escribir sobre la Libertad. Con algo de retraso me sumo a su propuesta. 
Para leer todos los aportes, pasar por su blog.

(imagen editada, de mi autoría)



LIBERTAD

Hay un momento del día en el que ninguna compañía supera a la soledad. Esa soledad primera, íntima e indisimulable que se nos instala como un destello -tan leve y sutil como el de la tarde misma- en ese rincón primigenio del alma que habitualmente llevamos escondido bajo mil capas de protección y camuflaje.  

Mientras el sol se despide destacándole nuevos colores a todas las cosas, en nuestro rincón más esencial también brotan con nítida claridad nuestras facciones más auténticas, nuestros ideales más puros, nuestros valores más absolutos.

Es en ese instante que, entrecerrando los ojos y dejándonos inundar por la bondad del cosmos, en perfecta sincronía logramos ubicarnos en equilibrio con la vida y -si nos lo proponemos- conseguimos paladear de cerca y sin necesidad de razonamientos, conceptos tan absolutos e inabarcables como la verdadera LIBERTAD.

jueves, 7 de marzo de 2019

ESTE JUEVES, HAIKUS

Me sumo a la propuesta de Dorotea, quien ésta semana nos propone experimentar con haikus, según sea la estación que esté próxima a comenzar en cada hemisferio. Nunca antes había escrito bajo el canon de esta forma poética japonesa, por lo que me excuso por las imperfecciones que pueda tener.
Para leer más aportaciones, pasar por Lazos y raíces.



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HAIKUS DE OTOÑO

Mece el otoño  
sueños y añoranzas. 
Dorados vuelan 

en su  letanía.  
Humedecen la tarde  
aguas de nubes.   

No se distinguen   
ni penas ni angustias.
Sola me quedo.   

Con dulce calma     
se disuelven los duelos   
de mi nostalgia.