Desde que tiene memoria ella ha venido escuchando con fruición aquellas voces. Al principio, con la inocencia de quien desconoce posibles males escondidos, ella acató y hasta disfrutó de ese extraño privilegio auditivo que ninguno de sus conocidos parecía percibir.
Sin ánimo de ofender o menospreciar a quienes no eran correspondidos en eso de intercambiar pareceres con quienes se albergan en otra dimensión, creyó con sinceridad que aquella circunstancia especial la distinguía y le otorgaba una clara ventaja en el oficio de vivir y sacar conclusiones. Si debía-por ejemplo- escoger entre varias alternativas frente a la posibilidad cercana de alcanzar un premio, ella, sin dudarlo, entrecerraba los ojos, confiada, y se dejaba aconsejar por las sabias voces que surgían, prestas y certeras, de su propio interior. Era seguro entonces que la opción indicada resultaba la ganadora.
Más tarde, cuando las incertidumbres del crecimiento disminuyeron aún más sus escasas dotes para la socialización, aquellas voces tranquilizadoras fueron casi su único sustento a la hora de intentar entendimientos y compañías. Pese a encontrar siempre en ellas cálido refugio y asumirlas como un hecho indiscutido, no fue menos cierto que una gran frustración fue naciendo en ella poco a poco, en la medida en que se concretaba cada vez más su alejamiento del mundo cotidiano.
Fue surgiendo entonces una especie de rebeldía sofocada que luchaba por no ser descubierta. Cierto rechazo inconsciente hacia aquellos murmullos constantes que la acompañaban desde siempre y que, paradójicamente, iban construyéndole alrededor el inexpugnable muro que, sentía, la aislaba cada vez más de la realidad.
Un día, de improviso, una extraña idea cruzó su mente y quebró –con la contundencia de las grandes verdades de pronto reveladas- la monocorde letanía de sus voces omnipresentes: ¿y si estuviera loca? la sola idea le resultó una verdadera epifanía.
En una fracción de segundo todos los por qué acumulados a lo largo de su vida aparecieron desvelándose frente a esa posibilidad que, por fin, se iba resolviendo frente a ella con la precisa definición de lo que acaba de ser descifrado.
Ahora, mientras el viento helado despeina sus rizos y las luces de la gran ciudad titilan a la distancia, frente al horizonte despejado que se descubre desde el último piso de la torre en la que habita, ella respira profundo y con serenidad.
Preparándose para dar un último paso, se complace en llenarse por última vez los pulmones con el incontrastable frío de la noche, mientras desoye –con intencionada desconsideración- aquellas voces milenarias que –desesperadas- le ruegan y suplican para que no las calle.
Más voces, desde ambos lados del Atlántico,
En lo de Yonky
y en lo de Gustavo
Las voces del interior,¡¡que peligrosas!! Cuando empiezan a distanciarte de la realidad para sustituirla, no atienden ni a por qué ni a explicaciones, simplemente se instalan y cada vez toman más fuerza.
ResponderEliminarLa voz de la mente enferma que no atiende a razones. La voz engañosa que la acompaña siempre.
Me ha gustado mucho tu relato.
Te mando un besote transoceánico
Que tema elegiste, justamente la voz interior.
ResponderEliminarSiempre trato de escucharla y si algo le pido a Dios es justamente eso, que me otorgue siempre esa posibilidad de seguir escuchando.
Cuando la he seguido no me fue mal, pero algunas veces me juega malas pasadas, porque no me habla muy fuerte y no puedo escucharla, entonces luego suceden las cosas.
Muy linda tu manera de escribir.
Un abrazo.
Muy bueno y muy cierto, cuando uno hace suyo los dones que nos vienen en el código de barras y que generalmente no son bien aceptados socialmente porque se les teme, o por puro desconocimiento y cobardía, es cuando comienza el equilibrio... si lo logras y eres fuerte, claro.
ResponderEliminarUn besito y un cafelito!!!
Todo menos aislarnos del exterior. Nos quedaríamos sin referencias. Un peligro que puede acabar volviéndonos locos, asociales.
ResponderEliminarLa mente es nuetro gran bien, pero puede ser peligrosa si impone su ley y te aleja de la realidad social.
Besos
Salud y República
Veo que el tema de las voces mentales nos ha llevado a varios blogueros por ese camino de la locura, de una u otra forma. Yo que convivo a diario con eso puedeo aseverar la lucha interna que se presenta en el sujeto para acallarlas. Muy bien relatado.
ResponderEliminarPor cierto el libro de Baldomero que tienes por leer es el primero, mi entrada de este jueves es el inicio del segundo libro.
Besitos
Y yo que creo que a las voces interiores hay que hacerles caso y dialogar con ellas....
ResponderEliminarel mundo interior es el que hemos de enriquecer.
Deseo que sigas mejor.
A cada cual sus voces, íntimas, intransferibles. El eco de las voces puede acallar los sentidos.
ResponderEliminarUn paso adelante o dos para atrás, a cada cual su elección con o sin voces.
Besitos muy cariñosos.
Se debe mirar hacia adentro, pero no desdeñar el afuera.
ResponderEliminarNadie es tan fuerte como para decir "Aquì està el blanco, tiren piedras".
Buen relato.
Un abrazo.
creo que muy así se habrá sentido Virginia Woolf, tan simil a tantas otras, tal vez calladas.
ResponderEliminarAlgunas logran ser letras.
Muy bien, Neo. Aviso que no me sumé a la foto.
Voces peligrosas las que no cesan en tu cabeza,te ordenan, obedeces. Cualquier cosa vale para silenciarlas. Quien vive algo así no distingue lo real de lo imaginado, un calvario su día a día.
ResponderEliminarUn relato magnífico Neo.
Mi abrazo más cariñoso.
Tan exquisitamente elaborados tus relatos Monique, son largos y no se sienten como tal, porque te llevan suavemente hacia el final, siempre tan artistica, me encanta leerte y yo si dejo a mi voz interior decirme, ve, ve a leer a Monique :)
ResponderEliminarQue todo vaya tiñendose de lindos colores mujer!
Un abrazo calientito y un beso suavecito en tus mejillas!!
Anny
Si, tienes razón, hay matices en nuestros relatos que los igualan. El limite de la cordura, quien sabe donde se encuentra.
ResponderEliminarUn beso
Has escogido una música preciosa para acompañar la lectura, He entrado en trance chica leyéndote con esa música cautivadora.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato
La voz, igual nos da libertad que nos aprisiona. Que gran poder.
ResponderEliminarPues mis voces son muy amables, como saben que no pueden hablarme asi como asi porque me moriría del susto, llegan mediatizadas en forma de pensamiento. Lo único que me faltaría sería oir voces vea.
ResponderEliminarAl personaje terminaron por destruirla, o ella a ellas, según como se vea.
Un beso vecina!
voces diciendo "no" y una persona contrariando sus propias voces con un "si"... saltar no parece ser LA solución... pero es alguna solución quizás. Algo incomprensible. Sentirse solo puede ser abrumador, y tener miedo de pedir ayuda puede ser muy estupido. genial moni. un beso!
ResponderEliminarMe dan temor esas voces, pero quien esté libre...
ResponderEliminarun fuerte abrazo y besos dobles.
No conozco tu voz pero sí tus letras y esas son mayúsculas. Genial una vez más NeO. Un besote silencioso
ResponderEliminarNo sé,..si uno imagina que pueden llegar a ser un verdadero tormento entonces se hace muy dificil juzgar la decisión de quién lo padece. Si fuera por uno desearía que aprendiera a controlar o vivir en armonia con sus dones, así como hacen los superhereos de las películas que conviven con sus poderes y la realidad social, pero no sé si eso es siempre posible, hay que tener sabiduría y conciencia plena para saber donde trazar la raya no?
ResponderEliminarMe encantó Neo, te mando un gran beso
Neo, tengo la enorme suerte de no tener en mi interior voces imperativas que guien mis actos. Oigo la voz de mi conciencia que me aconseja, pero es dócil y siempre me deja libertad de elección. Debe de ser un infierno ese proceso interior que lleva a las personas a un punto de no retorno sobre todo si tienen momentos de lucidez donde apreciar en toda su magnitud su deterioro mental.Un abrazo.
ResponderEliminarensordecer los sentidos, acallar la realidad que nos rodea, Lo irreal se tambalea bajo la suplantación
ResponderEliminarde una realidad virtual
Buenísimo Neo.
ResponderEliminarMe ha encantado la evolución del personaje, la de sus voces. Me parece sublime ese final en que ella se libera de su rareza, de eso que la separa del mundo.
Besos.
Debe ser desesperante escuchar todo el tiempo esas voces, sobre todo cuando lo que nos dicen no concuerda con nuestro criterio.
ResponderEliminarHay gente que puede sobrellevar sus rarezas, en cambio otros se aislan, o son aislados y caen en la desesperación.
Me parece un relato estupendo, interesante de principio a fin, con una redacción impecable. Te felicito!!!
Un abrazo.
Ese Pepito Grillo que nos chilla y al que difícilmente le haremos caso cuando nos creemos que vamos por buen camino, es posible que hasta esa voz interior sea un aliado del "enemigo" precisamente para que hagamos lo que hagamos, lo hagamos mal.
ResponderEliminarUn besote gordo que ya estoy de regreso.
Mónica, "lúcido" texto. Perfectamente construido, ameno y próximo al acercarnos de forma tan clara a un mundo de renuncias inconscientes y un final tal clarificador como inexplicable.
ResponderEliminarBesos
Hemos coincidido casi con el tema de las voces que nos hablan que nos ordenan que nos poseen...
ResponderEliminarVoces que solo callan cuando haces lo que te ordenan
Un beso
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ResponderEliminarMe pasa como a Carmen Andujar. La música con que acompañas a tu texto me cautiva y me introduce en él..
ResponderEliminarVoces y locura.
Pero, ¿y las voces de verdad? Las ajenas.
Líricas, estresantes.. encolerizantes, animadoras.
Entre otras, esas que a mi me hacen reir.
Un saludo,
Tésalo
Enloquecedor tu relato y nunca mejor dicho, entre la música y el texto.
ResponderEliminarBesos ¿cuerdos?