Me sumo con un texto ya publicado a la convocatoria juevera de esta semana. Pasar por el blog de Moli para leer todos los relatos.
INFIERNO
Así que, ¿quieren saber cómo es el infierno? Yo se los puedo decir. Llevo muchos años viviendo aquí; aunque todavía no estoy muy segura de poder llamar vida a esto
Los veo, señores, ansiosos en el debate intentando comprender o definir, más bien, de qué se trata semejante tormento.
Se preguntan cómo se padece en él, cómo se inicia, cuáles son sus secretos. Les diré que se comienza naciendo aquí, con genitales femeninos. De esa manera cualquier ser humano, completo, inocente y sano que llegue al mundo por aquí se asegura, señores, la entrada directa al más profundo de los padecimientos.
Se comienza sin saberlo, sumida una en la que pareciera ser una tierna infancia, mimada quizás por sus padres, correteando entre las piernas de los mayores, siendo objeto hasta de algunos juegos que logran arrancarnos alguna vez una sonrisa. Pero ese lapso es breve.
Despierta una bruscamente de semejante ensoñación padeciendo la ira de sus propios progenitores, quienes se saben a su vez, infelices y sometidos, disimulando su propia miseria e impotencia a grito limpio.
Madurando su sometimiento día tras día, una va asimilando sin cuestionar las enseñanzas de sus ancestros, aceptando sin pestañar este destino de humillación, ignorancia, obediencia y padecimientos.
Apenas una aprende a andar sobre sus propios pies sin caerse, asimila también cuáles son sus tareas y obligaciones. No alcanza con ser infante para asegurarse aquí su manutención. Hay que ganársela, y aun así, no es eso garantía para que se prolongue el cobijo y el sostén familiar. Todo lo contrario. Aprende una bien temprano que, si un día el alimento o el agua escasean más que lo habitual, la familia decidirá desprenderse del menos útil, o del que resulte mejor pago, por ende las mujeres se transforman desde que nacen en la más prescindible de las mercancías.
Si son agraciadas, el precio que darán por ellas suele mejorar, siempre que se asegure su pureza y virginidad aún a costa de su propio padecimiento. Algunas se venden por lo que valen dos cabras, las más bellas llegan a cotizarse por muchos más animales.
Las ablaciones y costuras genitales tempranas aseguran a un futuro marido la integridad de la mercadería, a la vez que garantiza que no habrá motivo para posibles futuros adulterios si se impide la posibilidad de goce para la susodicha.
Una descubre entonces bien pronto cuáles son en realidad las diferencias entre los sexos, qué consecuencias acarrea el hecho de haber nacido mujer en este mundo tribal de hombres, guerras, injusticias y venganzas.
Ser mujer, implica representar un lastre para la familia, una fuente latente de deshonra por la que hay constantemente que velar, un objeto de decoración, un trofeo o un botín de guerra. Significa ser objeto de tentación y pecado para los hombres débiles, un mal necesario para la continuidad de la especie, un castigo divino, una impureza que molesta y que cuesta.
Ser mujer supone la imposibilidad de estudiar, de ser alguien fuerte, de emanciparse, de transitar sin vigilancia, de andar a cara descubierta, de vivir libremente, de soñar.
Hay muchas que, incluso, son matadas apenas nacer por considerarlas más carga que bendición, sin que su asesinato sea motivo de culpa o castigo para los padres que así lo decidan. Y si a pesar de tantas coerciones, la mujer logra un mínimo de estabilidad, concreta un matrimonio conveniente, sin demasiadas violencias, sin celos que agredan y sin castigos injustificados, si para su suerte, los dioses deciden bendecirla con hijos varones, manteniendo pese a todo algo de la belleza de su juventud, si logra aún la complacencia de su marido, si la honra familiar la respalda y la hace merecedora de cierta consideración entre sus vecinos, aún entonces la mujer deberá andar por la vida en forma condicional, sujeta a quien debe total respeto y sumisión.
Deberá rezar cada día por la salud de su marido y protector, rogando para que éste no se harte y decida un día repudiarla por la razón que se le antoje. Deberá pedirle a los dioses que no la castiguen con alguna acusación falsa, que ninguna horda de borrachos decida asaltarla y violarla sin que haya provocación de su parte, que tampoco alguna de sus hijas lo padezca cuando ella estuviera cerca.
Deberá rezar para que no se desate una hambruna, o una guerra, para que su gente no sea invadida por extraños que busquen sus riquezas y descarguen su ira y su venganza atacando aldeas, violando y mutilando a las mujeres. Porque desde siempre ha sido sobre ellas dónde más se vuelca el odio y la bestialidad viril, sobre ellas que no pueden defenderse, que no son consideradas en igualdad de derechos y condiciones, ellas que caminan por la faz de este infierno condenadas a padecer todo tipo de vejámenes desde que son nacidas.
Entonces señores, no se
pregunten cómo es el Infierno. Simplemente imagínense siendo mujeres en este
mundo retrógrado... y lo comprenderán de sobra.
Que duro, cuanto duele leerte, porque se adivina mucha realidad que nos tapan o que no queremos ver. Las palabras, todas censurables, lo dejamos en sapos y culebras (sinónimos de rabia y furia) . Un abrazo
ResponderEliminarCuánto drama hay en el mundo que nos acostumbramos a ignorar! Gracias por leer y comentar, Ester. Un abrazo
EliminarTotalmente de acuerdo Mónica, es terrible la realidad de estas mujeres en esos países donde sus costumbres es una auténtica aberración contra la mujer. Un auténtico infierno el que viven la mayoría de estas mujeres y soportan con sumisión y silencio. Muy bien expresada la situación que soportan. Ojalá pudiera cambiar la forma en que les toque vivir la vida. Un abrazo
ResponderEliminarA veces ni la posibilidad de queja está a su alcance de ahí que nosotras debemos alzar la voz. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención, Nuria
EliminarQué realidad más cruel, pero es así, no hay que disfrazarla, hay que denunciarla. Hay niñas que son sometidas desde su tierna infancia y eso no se puede consentir, las leyes deben funcionar y los derechos de los niños mucho más.
ResponderEliminarUn ejercicio de protesta muy bien hecho y narrado. Te felicito Neo.
Un besote y muy feliz semana.
Ese tema me sensibiliza particularmente, Campi, aunque resulte lejano y retrógrado es algo vigente. Un abrazo y muchas gracias por la atenta lectura
EliminarLo has contado sin dejar ni un solo punto. Y es que nacer mujer, negra en un país pobre significa pagar un alto precio. Muy bueno amiga, besos.
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, Moli. Ojalá el mundo avance en el respeto a los derechos femeninos en todas las culturas. Un abrazo
EliminarDoloroso escrito el tuyo, precisamente porque rebosa verdad y desgraciadamente, todavía realidad. Es un golpe muy desafortunado de la vida el nacer mujer en muchos rincones del planeta. Impactante porque se trata de la mitad de la población y en el caso de muchos paises devastados por la guerra, se convierten en mayoría. Un abrazote Neo y enhorabuena por este escrito tan reivindicativo!
ResponderEliminarMuchas gracias Marifé. En su momento, cuando lo escribí, recuerdo que una noticia trágica de ese entonces trascendió y logró conmoverme. Desgraciadamente, poco y nada ha cambiado en el mundo. Un abrazo
EliminarCierto, en lo precario de las culturas mas antiguas se ve como el rol de la mujer tiene todas las de perder. Y lo que apuntas es tambien cierto: al ser un "cultura" o pueblo, NO SE puede cambiar nada, la pena es siempre la muerte o mas vejaciones. Infierno, completamente. Y el pecado, pues ser mujer.... y en cierta forma ciertas practicas del mundo moderno tambien hacen parte de esos infiernos
ResponderEliminarTampoco aquí hemos borrado todas las prácticas vejatorias, coincido. Las sociedades modernas no están libres de ese infierno. Un abrazo José, muchas gracias por leer y comentar
EliminarHola Neo! Tremendo el relato pero tan real y cruel, en este mundo del patriarcado! Me ha gustado mucho! Besos por ahí!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Mari. Me alegra que te guste. Un abrazo y muchas gracias por leer y comentar
EliminarA este lado del mundo, algo se ha mejorado, pero aún quedan retrógrados a los que les gustaría "volver a las andadas".
ResponderEliminarA los que les parece mucho, lo que habéis conseguido borrar de ese infierno. !Y hay mujeres que les jalean y votan!
Tu entrada es dura, pero no le resta ni un ápice de realidad.
Besos.
Te agradezco mucho tu visita y reflexión. Coincido en que por aquí se ha avanzado mucho pero aún prevalece la tentación de retroceder. Y eso sería terrible. Un abrazo, Juan. Buen fin de semana
EliminarUna dura y cruel realidad la que quedas reflejada en tu texto, Neo, tantas vejaciones, qué fuerte me parece, de verdad, hace daño a la sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aquí lo rescaté! Si, María, duro y real, por lo que hay que tomar conciencia. Un abrazo y muchas gracias por leer
EliminarEs duro y tan real como la vida misma.
ResponderEliminarGracias también por tu comentario.
Un beso
Así lo creo. Un abrazo, muchas gracias por la visita y buen fin de semana, Buscador
EliminarUn relato muy duro y tan cierto y real como que existe el sol, para esas mujeres nacidas en esas tierras, el infierno está aquí mismo.
ResponderEliminarUna vez leí sobre las mujeres que viven en esos países africanos donde aún se conservan esas tradiciones, realmente te da piel de gallina el pensar que en este siglo aún haya mujeres padeciendo este tipo de vejaciones.
Te mando un abrazo, me gusta que hayas traído el tema para este desafío.
PATRICIA F.
Una realidad dura que todos debemos conocer. Aunque suene lejano, es de gran actualidad y aún lo padecen muchísimas mujeres. Muchas gracias Patricia. Me alegra que te resulte importante el tema. Un abrazo y buen fin de semana
EliminarAtrapado se quedó mi comentario en spam porque no lo veo aquí.
ResponderEliminarBesos
Paso a revisar, María. Es muy frecuente
EliminarEs tremenda la lectura de esa descripción exhaustiva que haces. Cosas sabidas pero que assí desgranadas como tú las has puesto ante nuestra vista , horrorizan pero es bueno que se lea y se conciencia a quien aún no lo está..
ResponderEliminarMuchas gracias
El primer paso para cambiar, es conocer, y creo que se debe asumir ese compromiso pese al horror del asunto. Muchas gracias Tracy. Un fuerte abrazo
EliminarTan real lo que comentas y que tienen que sufrir día a día mujeres de muchos países. El infierno en la tierra. Aquí lo tenemos. Besos
ResponderEliminarLo peor es que a veces se lo interpreta como "cultural" y se duda en cuestionarlo. Gracias por leer, Santi. Un abrazo
EliminarQué cruel puede ser el destino, sí este es el responsable de señalar dónde uno nace y qué sexo tendrá al nacer. Porque de ambas cuestiones, dependerá que la vida pueda ser una gran aventura o, como bien nos narraste, un auténtico infierno, como el que desgraciadamente padecen tantas y tantas niñas y mujeres.
ResponderEliminarUn abrazo estimada amiga.
No le echemos al destino la responsabilidad que tenemos nosotros, como sociedades, aunque es así en la práctica. El condicionamiento del dónde y el cuándo no es una causa menor en la vida de las personas. Un abrazo, Jorge. Muchísimas gracias por tu visita
Eliminartodo un alegato que deberia avergonzar a la especie humana, no es posible que mal nacidos tomen y maltraten a una mujer por serlo, parace que a ellos les dbio parir una cabra o una mula esteril.Cosas asi nos avergüenza
ResponderEliminar83 espermas distintos encontraron a una mujer israelí analizada por forenses. No justifico la barbarie de unos y de los otros, ambos deberian darnos vergüenza
Un abrazo
Las mujeres han sido consideradas desde el inicio de la historia propiedad de los hombres, sin voluntad ni potestad. Un drama que aún persiste en culturas no muy lejanas a nuestra modernidad. Un abrazo, Rodolfo. Muchas gracias por leer con atención y comentar
EliminarEstá claro que el mundo no es una utopía. Y en algunos lugares, tampoco es como las distopías cinematográficas, sino algo peor.
ResponderEliminarPuede ser que pase que algunos oprimidos, por nacer en algunos países, sean opresores de alguien despreciado por las costumbres locales, injustas tradiciones. Y suele pasar que las mujeres sean víctimas, ya sea por leyes o costumbres.
Bien contado. Tu relato es toda una denuncia. Un abrazo.
Te agradezco, Demiurgo. Es poco lo que de lejos uno puede hacer sobre temas letales como ese. Narrar, denunciar, insistir. Sólo la educación y los los valores humanitarios logran cambiar la forma de hacer y pensar de la gente. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
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