A partir de un cuento ya editado, cambiando varios elementos y el final (que nada tiene que ver con el original), me sumo con este relato a la convocatoria juevera de esta semana que Mag nos deja desde su Trastienda. Dar clic aquí para leer la consigna y todos los aportes.
BAJO EL MAR
En el fondo del mar, entre las
ruinas de su vieja ciudad olvidada y sumergida, la estatua de un bello Poseidón
ve transcurrir los siglos semienterrada en su ostracismo de arena barrosa. Las
glorias de otros siglos yacen olvidadas junto a él y a su templo abandonado.
Arriba, en el viejo muelle de un
pueblo de pescadores, amarrado desde hace meses, un velero añoso descansa su
destartalado esqueleto de madera y cuerdas. El viejo bergantín presiente que el
fin de sus días se acerca y quizás por eso, la silueta de su mascarón de proa luce
resquebrajada y somnolienta. Pese a todo, la talla de sirena conserva aún la
gracia de sus formas, el encanto de las curvas de sus cabellos ensortijados
extendiendo su libertad a los cuatro vientos y el recuerdo de incontables
aventuras latiendo frescos aún en su corazón.
Vientos furiosos del oeste
anuncian tormenta. Rayos y truenos hacen estremecer el cielo e iluminan los
oscuros nubarrones. Como si el destino la impulsara, una fuerte descarga
eléctrica atraviesa de cuajo el bauprés, haciendo caer al agua la bella sirena tallada.
La grácil figura se precipita al mar con un quejido seco, conteniendo su dolor
al tiempo que intenta equilibrarse en su caída. Su cuerpo de madera labrada se
hunde lentamente arrastrada hacia el fondo del mar bravío.
Al fin, siente su cola escamada
enterrarse en el barro arenoso del suelo marino. La oscuridad es tan grande
como el silencio que la rodea. Por suerte. a los pocos minutos la tormenta en
la superficie se disipa y unos rayos de sol diluido logran llegar hasta las
profundidades.
Grande resulta ser la sorpresa de
la sirena al ver que no está sola en aquel cementerio de barcos y rocas: una deidad
pétrea la contempla entre algas y corales. El Poseidón de mármol la escudriña
obnubilado mientras comienza a despertar de su letargo infinito. Algo en él
renace después de tantos siglos dormido. Con majestuosidad inaudita el dios
sumergido comienza a moverse hacia ella extendiendo su tridente con gesto
magno.
La sirena, temblorosa, ansía que la
belleza de sus tallas logre conmover al gigante y la impregne con algo de la
vitalidad que en él se halla. De repente, un destello abrasador es lanzado
hacia su figura, pulverizándola por completo.
Con gesto displicente y mucho de
soberbia el Poseidón quisquilloso masculló para sus adentros: -¡por qué no
habrá sido un Adonis!-
Es que son dioses Griegos.... ellos son asi de quisquillosos en ese tipo de "materias".
ResponderEliminarJe je, GRAN FINAL.
Jaja muy justificable entonces la actitud del dios, es que sobre gustos.... Muchas gracias por leer José. Un abrazo
EliminarEl relato resulta de lectura muy fluida y muy en sintonía con el espíritu mitológico griego. Además me gustó porque va desarrollándose hacia un final sorpresivo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias Osvaldo. Valoro tu visita y comentario. Un abrazo
EliminarLos dioses griegos siempre tan prepotentes, pues seguro que la sirena le alegra los días. Un abrazo
ResponderEliminarNo le dió tiempo, Ester jeje. Un abrazo
EliminarGran destreza descriptiva, tu relato se ve y entretiene. Ahí radical su valor. Incluye frases que inspiran...
ResponderEliminarAbrazo hasta vos!!
Muchísimas gracias Carlos. Me alegra que te haya entretenido. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarTe agradezco que lo hayas reformado, para poder leerlo, el original se me escaparía.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos
Me alegra y te agradezco Tracy. En el original, la estatua era un Adonis y el romance entre la sirena y la estatua estaba sugerido. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEse final es de vértigo. Poesidón no era amante de la belleza femenina, qué mal para la sirena :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Pobre, se quedó sin jugar con el tridente! Jaja gracias por leer, Albada. Un abrazo
Eliminar¡Pobre sirena! En lugar de morir en tierra junto al barco por el que ha velado tanto tiempo, muere bajo el mar, su verdadero origen.
ResponderEliminarNo me esperaba ese giro para nada. Creía que se enamorarían y comerían perdices ^^
¡Muy bueno!
Un placer leerte.
Jaja gracias Rebeca. Me alegra haber sorprendido con el giro final. De eso se trataba el reto. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarPoseidón y la sirena compiten por el mismo Ulises y en esa lucha no hay color.
ResponderEliminarJaja muy cierto Julio. En ese terreno, todo es respetable. Un abrazo y muchas gracias
EliminarTu relato me produce imágenes vividas y puedo ver las esculturas en madera, y al furioso Dios porque no lo llego lo que esperaba. Bien narrado.
ResponderEliminarLucy Ferro
Minotaurita
Bienvenida, y muchas gracias Lucy. Me alegra que lo encontrarás bien narrado. Un abrazo
EliminarHola Mónica, excelente tu relato, muy bien contado, con un ritmo que es placentero leer, el final me sorprendió sin dudas pues nunca me lo hubiera imaginado, te felicito, realmente es muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
PATRICIA F.
Celebro haber conseguido un final inesperado. Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por la atenta lectura
EliminarSorpresivo final haciédote eco de las premisas de la convocatoria. La pobre sirena no tuvo tiempo de congeniar cone el prepotente Poseidón. No sé muy bien porqué pero me ha venido a la memoria el final de "Con faldas y a lo loco" cuando uno de sus protagonistas le dice a su compañero: "Soy un hombre" y su compañero responde aquello de.... "Nadie es perfecto".
ResponderEliminarTal ve Poseidón podría haber hecho una excepción en sus apetencias sexuales.
Un abrazo.
Sobre gustos, no hay nada escrito jeje. Muchas gracias Pepe por tu amable comentario. Un abrazo y felices pascuas
EliminarPero entonces, ¿ todas las sirenas son chica? Que especie más reduccionista... Con la cantidad de géneros que hay ahora. Tampoco creo que Posi estuviera muy al día.
ResponderEliminarMe supo mal por la sirena, ya no hsbr posibilidad de conocer sus aventuras.
Desde luego que el despertar y el interés del rancio de Poseídon no auguraban este final.
Besosss , Monica
Siempre es divertido contar con tus originales acotaciones. Un abrazo y muchas gracias Gabi
Eliminar¡Menudo final! No solo para la pobre sirena, que ya ves tú lo bien que estaba ella con el otro dormido, sino también para él, con el disgusto que llevaba, ¿o no es tal disgusto? Me ha quedado una duda, es que Poseidón sentía cierta atracción hacia lo masculino o es que deseaba deshacerse de Adonis? ¡Ahí lo dejo!
ResponderEliminarEs muy bonita tu prosa, Moni, muy visual. Yo la he disfrutado mucho :-)
Un besote enorme y mil gracias por participar con un texto tan bonito.
Hola Mag! Ese posible ángulo no lo había considerado! Podría bien haber sido el deseo de venganza lo que motivó la frase de Poseidón, tal vez hubiera algún asunto previo que lo hizo reaccionar de esa forma. Pero confieso que sólo pensé en su eventual atractivo hacia lo masculino lo que me hizo escribirlo jajaja. Un abrazo y muchas gracias por conducirnos. Besotes y feliz pascua
EliminarEs bonito pensar que los viejos mascarones de madera conserven en cierto modo el alma de sus barcos y tengan conciencia propia! Que lástima, la pobre sirena!! Los dioses siempre son implacables! Un abrazote Noe!
ResponderEliminarImplacables. Muy cierto. Se nos parecen demasiado! Jeje. Un abrazo Marifé. Muchas gracias por leer con atención.
EliminarHas logrado que el relato trascienda líneas y párrafos para situar la experiencia del espíritu de la sirena en la mente del lector, contemplando paso a paso lo que sucede como si fueses testigo directo. Ese Poseidón engreído no sabe lo que se pierde.
ResponderEliminarY menciono lo del espíritu porque en realidad estás hablando de un mascarón de proa, pero este es especial pues recoge (como apunta Marifelita) el alma de su barco.
Enhorabuena Neo!
Un abrazo.
Muchas gracias, Marcos. Muy detallada tu interpretación. Me alegra que te gustara. Un abrazo y felices pascuas
EliminarQué bonito cuento mitológico nos has dejado, ¿como no pensar que esas sirenas existieron de verdad, por qué no?
ResponderEliminarNo solo pueden ser objetos que embellezcan un navío. Besotes muchos.
Intenté darle un giro impensado al clásico cuento romántico. Espero haberlo logrado. Un abrazo Campi
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