Sumándome con una cuota de humor a la propuesta de Dorotea de esta semana y reconociendo que me he pasado notoriamente de las 350 palabras sugeridas (pido disculpas pero no conseguí acortarlo sin que perdiera el sentido) les invito a leer todos los relatos jueveros (dar clic aquí) y dejo mi alocado aporte:
MI ¿ÁNGEL? DE LA “GUARDA”
Desde pequeño he sospechado que
en la asignación de mi ángel de la guarda ha habido algún inconveniente. La
teoría de que todos tendríamos a un ser cuidadoso y tierno velando por nuestro
bienestar desde que somos niños, en mi caso -pese a mi inocencia y mis ganas de
creerlo- siempre ha sido de dudosa confirmación.
Desde que recuerdo he sido
catalogado como niño torpe y distraído, poco hábil y sin cualidades para
ninguna actividad física o deportiva. Es más. Me he caído sin ton ni son
enredándome con mis propios pies, aunque ninguna malformación física
contribuyera a esa inexplicable impericia. No soy chueco ni patizambo ni cojo
ni deforme, simplemente me caía constantemente sin causa aparente como si
alguien invisible me empujara por simple placer, justo en medio de las
circunstancias más concurridas y vergonzosas que un niño suele transitar.
Me he caído sin razón caminando
tomado de la mano de mi madre entrando a la sala de jardín el primer día de
clase, justo en frente del resto de los infantes primorosamente engalanados
para tal ocasión, llevando cada quien su juguete favorito. El mío, un precioso
elefante de peluche celeste que me regalaran para mi tercer cumpleaños, fue a
parar en el único charco de barro que había quedado en el patio después de la
lluvia, al tiempo que yo me desplomaba ostentosamente frente a la sorprendida
señorita que me esperaba para presentarme frente al grupo.
Esa fue la primera ocasión en que
logré escuchar la risa de mi supuesto custodio -contagiosa y descontrolada-
preanunciando la debacle: al segundo que su risa chillona quebraba el pudor del
primer momento, todos los que estaban cerca, caían al rato en la irrefrenable
tentación de reírse de mi desgracia sin contemplaciones. Aun mi madre -que de
veras me quería- no logró disimular una sonrisita socarrona mientras intentaba contener
mi caída frente al resto de los tímidos infantes, que luego de mi incidente, se
sintieron mucho menos inseguros de sus propias limitaciones.
A medida que fui creciendo mis
caídas ampulosas se fueron espaciando, pero igualmente continuaban sucediéndome
en los momentos más inoportunos. Tanto cuando pasé al frente a recitar unos
versos en el acto del día patrio, como cuando fui abanderado al término de la primaria
o cuando recibí mi diploma de bachiller, siempre, a pesar de mi cuidado y mis
esfuerzos, algo se cruzaba en mi camino imprevistamente y ahí estaba yo,
tropezando en forma aparatosa a la vista de todos quienes de inmediato se
largaban a reír ante mi torpeza.
Desde entonces he asistido a
cursos de autoayuda, de control mental, sesiones de terapia, de hipnosis, de expresión
corporal, control del movimiento, de limpieza energética y todas las variantes
que he encontrado en mi camino buscando acabar con esta condición mía que,
lejos de llamar ineptitud ya asumo como una maldición provocada por ese ser sobrenatural
que goza con mi desgracia y -aunque nadie quiera creerme- hoy, finalmente, he descubierto.
Allí, al pie de las escaleras de
la Catedral, mientras aparatosamente yo patinaba debido a las suelas resbalosas
de mis zapatos recién estrenados, y caía -elegantemente vestido de esmoquin y
corbatin- rodando desde lo alto mientras mi flamante esposa saludaba a los
invitados, allí -reitero- disimulado entre la multitud, logré divisar a aquel
infame ser alado con angelical rostro de bebote inocente desternillándose de
risa mientras mi aparatosa corpulencia iba rebotando sobre los centenarios
escalones sin posibilidad de frenar ni componer en algo mi vergonzoso
derrotero.
Sé a ciencia cierta que se trata
de quien debería estar a cargo de mi guarda y vaya a saber por qué, resultó ser
en cambio el malvado manipulador que ha provocado, para su insana diversión,
mis vergonzosas humillaciones.
Apelo -ante quien corresponda- para
que reciba un enérgico apercibimiento y cambie radicalmente su conducta de
ahora en más, dejando de torturarme con sus bromas despiadadas. Ya ha tenido
suficiente diversión hasta la fecha.
Todos tenemos uno, algunos trabajan a destajo y hacen horas extras, otros se aburren soberanamente, y luego los hay despistados que no están pendientes, no sé qué características tiene el mío, ni si es joven o está maltrecho. Tus peripecias, las de tu historia nos hacen reír, pero por lo cómicas no por maldad. Un abrazo grande
ResponderEliminarJaja no era malo el angelote, simplemente, muy bromista y travieso 😉! Gracias por pasar y leer, Ester. Un abrazo
EliminarEsos ángeles de la guarda que todos tenemos algunos veces los sentimos muchos otras se hacen rogar pero si les llamamos con ternura y mimo ellos responden porque hay que decir que a veces son un poco vagos,están tan bien en las nubes que les cuesta bajar a la tierra ajjaj. Muy lindo tu relato. Besos y abrazos .
ResponderEliminarMuchas gracias Campi. Un abrazo 😉
EliminarNuestro ángel de la guarda es el sentido del humor, pues nada más sano que saber reírse de uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jeje. Intenté apuntar para ese lado, José Antonio, un poquito de humor siempre sana. 😉 un abrazo y gracias x leer
EliminarYo nunca he podido confiar del todo en los angeles, creo son dados a la maldad en grado sumo, ahora comienzo a entender un poco el mundo: todas las desgracias que nos ocurren son por cuenta de estos angeles bromistas!!
ResponderEliminarJaja... habrá algunos buenos José, que sólo buscan nuestro bienestar!😉 te agradezco por pasar y leer aportando tu cuota de humor 😊 se agradece!
EliminarMuy divertido, es que lo del ángel de la guarda, dulce compañía que nos recitaban en la infancia, como que luego ya no están, o e vuelven sordos, o torpes, y nos dejan así, sin nadie que nos proteja.
ResponderEliminarUn abrazo enrome
Me alegra qje te haya divertido Albada. Muchísimas gracias por pasar y leer. Un beso
EliminarMenos mal que también hay demonios que hacen mal su trabajo y van compensando con azúcar quemado los sinsabores de la vida...
ResponderEliminarEstá muy bien descrito todo el proceso martirizante y me has despertado un sonrisa… Aunque si lo piensas... es triste.
Un abrazo
Jeje buena observacion Volarela! De otro modo la vida sería insoportable 😅. Un abrazo y gracias x leer con buena onda
EliminarQué divertido y bien llevado el tema. Y mira que según lo leía pensaba en lo diabólico que era el ángel de la guarda ese. Cuánto nos hablaron de niños del ángel. Luego empezaron a contarnos que el tal estaba a la derecha y el diabólico a la izquierda y que tiraban en un sentido u otro, según. Cuento, sí, pero que muchos nos lo creímos, y la estupidez eclesiástica que en su afán manipulador no ha tenido jamás respeto ni a la infancia ¿tenía ángeles o demonios? ¡Demonios con piel y alas de ángel! Me ha gustado el relato.
ResponderEliminarMe alegra que te haya resultado divertido Fackel! La manipulación de la inocencia por dogmas impuestos que han buscado controlarnos es un tema que da para otro tipo de textos pero bueno, aquí intente despertar una sonrisa. Un abrazo y muchas gracias por tu atención.
EliminarHace mucho, mucho tiempo, que solo creo en los angeles...de Charlie. Los otros, en lo que a mí respecta o están de vacaciones o están ocupados cuando los necesito.
ResponderEliminarMás parecen como algunos funcionarios, que nunca están cuando se les necesita.
Gracias por las sonrisas y besos.
Jaja Juan, yo estoy bastante conforme con los míos, hacen lo que pueden! Jaja me alegra haber conseguido tu sonrisa. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarMás que un Ángel de la guarda le tocó un pequeño diablo disfrazado. Para tener un custodio de esta guisa, mejor contar con la compañía de un buen traumatólogo...por lo de las caídas.
ResponderEliminarGenial relato. Un abrazo.
Más que travieso jaja. Seguro que un buen traumatólogo le habrá sido muy necesario al protagonista 😄 muchas gracias x pasar y leer Jorge. Un abrazo
EliminarMe he reído muchísimo al leerte, creo que no es que el ängel fuera malo el que era un desastre era el protagonista, o al menos eso me decía a mí mi abuela, que a mi Ángel de la Guarda lo traería loco y que le tendrían que dar paga extra.
ResponderEliminarTe agradezco por pasar y leer Tracy. Quedo más que satisfecha por haberte hecho reír un rato 😊 un abrazo y gracias otra vez
EliminarJa, ja, ja, muy muy divertido.
ResponderEliminarPero, como siempre hay que ver el lado positivo:
Tú siempre llamando la atención. ( Nunca pasas desapercibido).
Eres una persona muy instruida. ( Los cursos a los que asististe)
Cuando recitas versos ( sean buenos o malos siempre te prestan atención)
Todas las vicisitudes le han hecho ser fuerte de espíritu.
Resumiendo: Ese angel de la guarda, es muy especial; y protege a su manera.
Y corto y cierro que te aburro...
Un abrazo y feliz fin de semana.
Me alegra mucho que te haya resultado divertido. Me apunto a eso de intentar buscarle el lado positivo al asunto. Seguro que el protagonista ha logrado destacar jaja. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarHay en Google una página de ayuda directa entre mortales y ángeles custodios que resuelven estos temas Te tocó in Angel muy toreado y se las sabia todas Debes poner una queja y que le cambien por uno protector Como ultima instancia queda el sindicato angelical In abrazo
ResponderEliminarAhora le voy a pasar el dato al protagonista, Rodolfo! A ver si la burocracia angelical responde en tiempo y forma! 😉😊 muchas gracias x tu buen humor y compañía
Eliminar¡Qué bueno!, un angelillo jocoso poniendo a prueba a su pupilo. Me has sacado la sonrisa y que coste que no a costa de las aparatosas caídas del protagonista, que sí, claro, también, pero en realidad, ¡ay! ¡ese compartir sensación de confabulación y ridículo! Ese angelillo (me parece) que es de los que nos enseñan a reírnos de nosotros mismos. Excelente tu cuento. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarMuy amable Esther! Nos han enseñado a no reírnos de las desgracias ajenas pero hay algunos... jaja. Me alegra que te haya resultado divertido el cuento. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarDesde algún tiempo, desconfío de la figura del ángel de la guarda.
ResponderEliminarAunque hay que reconocer que te surgió un buen relato, muy visual, con este estereotipo. Y muy acorde con la convocatoria.
Yo sospecho que al protagonista le fue asignado ese personaje burlón, con toda intención.
Que bien contado. Un abrazo.
Creo que puede haber mucho de eso que cuentas, Demiurgo jaja...de ahí si angustioso reclamo! Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias
Eliminarsi ese es todo el perjuicio que provoca, se soluciona facil con unas rodilleras. Lo que es imperdonable es que el ultimo dia, propiciara la caida despues de la boda, y no antes (podia haberla acompañado con golpe en la cabeza y perdida del sentido).
ResponderEliminartambien te va bien el humor . me gustan mucho las perifrasis y las construcciones tan elaboradas.
besosss monica
Me alegra y estimula tu comentario Gabiliante. Muy amable. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarLa deliciosa historia de un ángel de guardia travieso que a partir de la boda tendrá que rendir cuentas al ángel de la esposa. Quedan por aclarar los motivos... quizás pasó por una academia de ángeles de guardia muy severa y tuvo que desahogarse con el protagonista del cuento? Muchas gracias por tu aporte y un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarFue un placer participar Dorotea. Un abrazo
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