Esta semana, nos convoca Juan Carlos a meternos en el mundo de los monólogos. Recurro a un texto que en su momento escribí (y no presenté) para un concurso cuya premisa era escribir no más de 300 palabras. Para leer todos los aportes jueveros, dar clic aquí.
P.D
les reitero la invitación para participar con su foto de la tarjeta navideña de este año. Están tod@s invitad@s. Los espero hasta el 30 del corriente. Junto con su foto, envíenme el link de su blog a mi correo moni_fr_123@hotmail.com
Mi monólogo: 300 PALABRAS
Surgen mundos, personajes, vidas,
situaciones y sueños, esperando nacer a voluntad de quien escriba con dosis
adecuadas de creatividad y estilo. La magia que estimula a largarse a componer la
historia que germine depende fundamentalmente de nuestro vuelo ¿y capacidad de
síntesis?
300 palabras.
¿Se puede narrar suficientemente
con ellas? ¿Se puede iniciar con fórmula entendible la trama que se lanza en
busca de un destino? ¿Se logra con ese margen pronunciar un nudo, una anécdota evocable
que surja estimulando el juego entre lectores y lecturas?
Depende de las musas. Esas chicas
caprichosas. Esas que se entretienen tirándonos de los pelos - o de la calva, según
sea- de quien trate de honrarlas mediando entre la inspiración y su voluntad de
hacerse letras. Depende también -no seamos necios- de la calidad y los
atributos que tenga quien escriba. Si es nulo su talento, si es hueco lo que
siente, poco y nada habrá que logre decantar más allá de la imposición de
contar vocablos. En cambio, si es rico lo que adentro lleva intentando aflorar
con enjundia, hallará -quien escriba- la forma de sostener con gracia, fuerza y
espíritu, los hilos que sustenten los trazos de una historia que se abra con
voz fecunda más allá de la acotada cuota de palabras que se ha de disponer.
Se sabe que la fórmula para narrar
algo estimulante no necesariamente es escribir mucho. Incluso esa abundancia
puede conspirar en contra de la virtud misma que se busca obtener. En el arte
literario, el genio del buen cuentista está en el modo en que atrape desde el
inicio a quien llega a curiosear, manteniéndolo en vuelo durante un inspirado
desarrollo que incentive a seguir leyendo, para conducirlo luego a un final que
sorprenda y gratifique, dejándolo –incluso- con más ganas de leer.
Asi es, me pregunto entonces cual es el minimo de LETRAS para dar sentido a una historia???
ResponderEliminarSi se es agudo y talentoso, quizás 3?
EliminarMuy bien por publicar este texto, que habías escrito antes.
ResponderEliminarY que dice tanto sobre ser juevero.
Y sobre esas chicas caprichosas, las musas, a veces esquivas.
Un abrazo.
Te agradezco demiurgo. Me alegra que te gustara. Un abrazo
EliminarAsí es, como lo narras. Yo soy de los de la escuela de Grscián, pues creo que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
ResponderEliminarAunque también dusfruto con una buena novela que cautivs durante varios días.
Muchss gracias por tu sporte. Un abrazo.
Al contrario Juan Carlos. Gracias x tu convocatoria. Fue un placer poder participar
EliminarTotalmente de acuerdo. Al final lo que cuenta es lo que se transmite y lo que le llega al lector, indistintamente de la cantidad de palabras o rimas que estas tengan, si hablamos también del formato poético. Un texto puede estar maravillosamente estructurado, pero estar vacío en esencia y contenido.
ResponderEliminarBuen aporte, querida Mónica.
Un abrazo, y feliz día 💙
Me alegra que te gustara. Gracias Ginebra. Un abrazo
EliminarTe ha surgido un monólogo muy reflexivo. También yo creo que el arte del buen narrar un historia no depende de la cantidad de palabras, sino de la riqueza de su contenido y eficacia en la comunicación.
ResponderEliminarBesotes, Mónica.
A veces eso de tener las palabras acotada nos intimida un poco, pero bien se puede escribir. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer Myriam
EliminarMuy buena reflexión de lo que es escribir. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Me alegra que así hay sido Albada. Muchas gracias. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarNos has dado una leccion de estilo, deberíamos seguirla todos, nos leeremos con mas ilusion. Abrazucos
ResponderEliminarJeje gracias Ester! Me alegra que te gustara. Un abrazo
EliminarTe diré que yo no suelo contar las palabras cuando escribo, me desconcentro y luego dudo donde recortar la historia. Tampoco me fijo si algún compi se pasa o no llega a ellas, disfruto de los relatos, como ahora con tu aporte.
ResponderEliminarBesos
Seguro que si Lucía. Tampoco yo lo hago. Pero en ese caso particular del concurso, ese era el máximo permitido. Gracias x pasar y leer. Un Abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado eso de cuentista ajaj.Creo que eso es lo que me dicen mis sobrinitos cuando les cuento algo imaginario.Y bueno no suelo contarlos a groso modo más menos esta en las 300 ajjaja.
ResponderEliminarY tengo que decirte que este monólogo ha sido muy instructivo.
Un besote y feliz semana.
Me alegra que te haya gustado Campi. Muchas gracias. Un abrazo
ResponderEliminarTu monólogo es sincero y muy ameno. Me ha gustado mucho cómo describes lo esencial de un buen narrador. Meter la tijera es una de las cosas más difíciles y saludables para un escritor... Yo reconozco ser nula total para no sobrepasar las 300 cuando me lo piden, y más capaz cuando no se me exige... En fin.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un abrazo
Jeje reconozco que en las convocatoria juevera suelo pasarme de las 350 palabras sugeridas. En este caso del concurso eran 300 como máximo, ya que eran microrrelatos... y no me resultó fácil jeje. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con atención
Eliminaren el siglo de Oro de la literatura española, dos bandos estaban enfrentados y sus primeros espadas fueron Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. Góngora pretendió llevar las letras a un barroquismo lleno de figuras literarias, donde la palabra era los cimientos de su composición, incluso por encima de la historia que debía narrar " Polifemo y Galatea" en contraposición Quevedo era defensor de que " Lo breve si bueno, dos veces bueno"
ResponderEliminarPersonalmente no tomar al pie de la letra uno de los bando en exclusión con el otro es lo adecuado
Gracias por tu aportación siempre muy meditada
Buen Finde
Un lujo este comentario tuyo, Rodolfo. Coincido en saber encontrar el punto medio de las dos posiciones. Un fuerte abrazo y muchas gracias por pasar, leer y dejar tu reflexion. 😊
EliminarCuando leo a alguien que escribe como tú, no suelo contar caracteres. De la misma manera, que cuando escribo, en lo que menos pienso es en la duración del relato o el poema. No debería ser correcto, el tener la obligación de ponerle cortapisas al "numen" del escritor.
ResponderEliminarBesos.
Muy cierto Juan pero a veces hay "juegos" que aumentan el nivel del desafío y sirven para pulir y eliminar lo que puede sobrar. Todo depende del objetivo. Un fuerte abrazo y muchas gracias por la amabilidad y sinceridad de tus comentarios.
EliminarTal cual, he leído relatos preciosos con un mínimo de palabras. Muy buena reflexión, besos.
ResponderEliminarTe agradezco Moli. Muchas gracias. Un fuerte abrazo
EliminarNo salió ayer mi comentario ¡Vaya!, volveré sobre lo dicho.
ResponderEliminarComentaba que el número de palabras , coincido contigo que ni añade ni quita calidad al texto, por razones de burocracia interna hay que poner un límite, pero sólo por ese motivo. Recuerdo a Monterroso y el relato más corto del mundo ¿recuerdas? eso no dice nada sobre su valí.
Muy original e instructivo el tema de tu monólogo.
Besos.
Muchas gracias Tracy, tanto por tu comentario como por tu persistencia para escribirlo jeje. Abrazos
ResponderEliminarLas musas unas veces caprichosas y otras veces tan perezosas.
ResponderEliminarLo que sí es cierto que no se puede poner límite a la imaginación, porque a veces el texto con pocas palabras no dice nada y se necesita recurrir de más. Y otras veces, suele ocurrir al revés.
Un monólogo reflexivo e interesante, Neo.
Besos.
Muchas gracias María. Me alegra que te pareciera interesante. Un abrazo
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