Sumándome otra vez a la convocatoria semanal que nos propone Sindel
Desde antes de nacer, los sonidos
de lo que nos rodea van siendo absorbidos por nuestro ser al punto de
asimilarlos como elemento constitutivo de nuestra identidad.
Apenas dar nuestra bocanada
inicial de vida, vamos aprehendiendo todo nuestro entorno en su forma y
esencia. Cada voz, cada destello, cada suspiro, cada risa, cada
estremecimiento. Todo queda plasmado en forma más o menos perceptible allí, en
nuestro rincón más íntimo, como huella indeleble de nuestra persona.
Con el transcurso de los años y a
medida que vamos creciendo se nos diluye quizás la consciencia de todo lo que
nos marcó por nuestra infancia, pero en forma de latidos silenciosos permanecen
bajo las cáscaras que sucesivamente nos vamos construyendo para subsistir.
Permanecen allí, bajo la piel, bajo la apariencia de lo que decidimos mostrar.
Como ECOS de lo que fuimos y aún
somos, todo lo que nos incentivó –para bien o para mal- subyace aportando su
rumor, susurrando en nuestra inconsciencia. Pero a veces, todo aquello logra romper las barreras de los filtros
construidos y llega a aflorar al punto de ser escuchados con claridad. Voces
claras, contundentes, rasgando nuestros silencios, rescatándonos de esos pozos
interiores en los que caemos a fuerza de luchar por la cotidiana supervivencia.
Esas voces renovadas que de
improviso abandonan su anterior estatus de imperceptibles ECOS lejanos, emergen
asombrándonos con su poder de renovación, logrando traer vívidos, otra vez, los
rastros de un pasado que manteníamos sepultado en nuestro inconsciente.
Excelente texto! Me encantó leer ese punto de vista tan original y reflexivo sobre los ecos. Lo leí dos veces para que me quede bien claro y grabado que a veces es bueno escucharlos.
ResponderEliminarUn beso enorme.
El paso de los años queda marcado en nuestro inconsciente, porque somos lo que hemos vivido, y sentido, y queda como eco en nuestro interior.
ResponderEliminarUn beso.
Nada se pierde, los ecos de lo sentido regresan, saltan las chispas de aquello que no sabíamos que recordábamos. Un texto estupendo. Saltos y brincos
ResponderEliminarUn bello texto que nos hace ver que hay ecos que jamas se pierden si que quedan silenciados en nuestro interior.
ResponderEliminarBesos
Todo prevalece en nosotros Moni, los sentidos que vamos adquiriendo conforme pasan los años esos Ecos que quedan grabados por siempre en nuestras almas. Bello escrito, bien reflejado amiga, mis felicitaciones.
ResponderEliminarBesos del alma.
Así es, querida mía, nos formamos como capas de cebolla intercambiables; cuando es necesario y por supervivencia emocional en la mayoría de las veces, salen las capas interiores que quedaban arrinconadas en el olvido como una defensa acorazada que nos ofrece protección.
ResponderEliminarUn gran bravo por esta interpretación. Esa cabeza tuya es un portento, muchacha :)
siempre ilustra escucharnos a nosotros mismos, más en estos tiempos donde todos quieren comunicarse PERO NO ESCUCHAR!!
ResponderEliminarsaludos
Muy intersante reflexión, en un excelente texto. Te felicito amiga. Genial!!! Besssss..
ResponderEliminar¡Qué interesante, no se me había ocurrido ver al eco bajo ese punto de vista.
ResponderEliminarSomos ecos de lo que fuimos...de lo que dijimos e hicimos...que bueno es ampliar conocimientos...me gusta esta idea..besoss
ResponderEliminarMe encanta tu vision, pura realidad, son esos ecos los que definen la persona que seremos, los mismos ecos que cuando resurgen nos desconciertan y a veces nos llevan a admirarnos de nosotros mismos, besos.
ResponderEliminarse dice que uno nace con el disco duro en blanco, y que nuestras primeras grabaciones son las que nos definen, como humanos, como un programa que dirige nuestra conciencia, nuestras decisiones, nuestra vida, nuestras reacciones... pero hay muchos, que no logran creer eso, y me incluyo, creemos que cada quien nace siendo lo que es, y que el programa que aprendemos, nos empujan o nos retienen un poquito de lo que somos en verdad, hasta que nos olvidamos de lo aprendido o lo dejamos de lado, para ser y comportarnos como realmente somos, sin máscara ni disfraz, sin correas ni bozal... como yo, que nadie sabe el porqué soy así, tan diferente al resto de mis hermanos, tan diferente a mis padres, tios y abuelos, tan diferente a mis primos y vecinos, y es que di un paso al costado, olvidando todo lo que me han enseñado, para ser yo, tal cual soy, que por genética o naturaleza me tocó ser... saludos
ResponderEliminarMuy introspectivo texto, Mónica. Desde la infancia se va acumulando un sinfín de resonancias que se van almacenando en nuestro interior. =)
ResponderEliminarAbrazo
Aprender a escucharse a uno mismo en primer lugar.... Saludos Neo
ResponderEliminarParece mentira las capacidades que tenemos desde que nacemos y nos dicen que somos medio tontos porque todo está sin aprender, sin darnos cuenta de que conforme nos vamos haciendo mayores, desaprendemos sensaciones, instintos innatos que tenemos al nacer.
ResponderEliminarUn texto llevado de muy buena manera desde esa retrospectiva.
Besos.
Dicen algunas leyendas que olvidamos al nacer todo cuanto sabemos para no asustar a los adultos, extraordinario trabajo, te felicito por tus Ecos.
ResponderEliminarUn abrazo