Para el tema de este jueves, decidí escribir este texto para nada personal, pero muy sentido y cercano por ser parte -lamentable y cruda- de nuestra Historia argentina reciente
Más relatos de recuerdos y memorias en lo de María José
MEMORIA
Recluido en el escritorio de su
casa, mientras limpiaba meticulosamente su arma reglamentaria tal cual lo
habían adiestrado en sus tiempos de cadete, como tantos otros días en los últimos
treinta y cinco años, su mente y su corazón luchaban en inclaudicable batalla
contra lo innegable: los eventuales excesos cometidos en la lucha contra la guerrilla
y los apátridas que asolaron el país en sus días de suboficial, resultaban ser
ahora represión ilegal y delitos de lesa humanidad.
La lacra que gobernaba el país había
logrado imponer sus justificativos, tildando de terrorismo de Estado lo que
sólo fue una guerra en la que se debió recurrir a métodos no convencionales
para liberar a la nación del caos que hubiese sobrevenido si no se decidían
ellos a tomar las riendas del poder. Además, el gobierno civil de aquel
momento, viendo que la violencia de la izquierda se le escaba de las manos, les
dio vía libre para actuar sin restricciones… ¡no nos olvidemos!...pero sí,
claro que se olvidan…porque no les conviene.
A estas alturas y ante el rechazo
generalizado de una sociedad ingrata que se deja manipular por el canto de
sirena de esos malditos zurdos, ellos, los que en realidad ganaron la guerra y abrieron después paso a la democracia,
resultaban ser ahora poco menos que demonios. Seres despiadados que mataron y
torturaron sin justificativo.
¡Por supuesto que hubo
excesos!...¿qué pretendían?...¿que se luchara contra el terrorismo entre
algodones?¿que se fuese con cuidado de no afectar los famosos “derechos
humanos”?¿qué derechos pueden reclamarse para esos malnacidos, apátridas y comunistas?¿o
es que de haber sido otra la historia, ellos no hubiesen actuado de la manera
en que lo hicieron las fuerzas armadas?
Cuando la causa es justa, cuando se
tiene al Bien de nuestro lado, cuando salvaguardar a la nación del enemigo
marxista resulta ser la premisa, hasta Dios comprende que haya habido excesos. Se
sabe que habrá veces que hasta la conciencia propia tenderá a rechazar en
primera instancia ciertos métodos, pero si se trata de hombres fuertes y
determinados, la debilidad de las culpas logrará tirar abajo las barreras de
los prejuicios y el fin último logrará imponerse sobre la moralina de los
pusilánimes. Para eso se es militar y no se anda uno con remilgos.
Mirando hacia atrás, intentando
revivir con claridad cómo fueron aquellos años, recuerda aún –pese a alguna vez
haberse impuesto olvidarla- la noche en que se trajo a Andrés. La carita
húmeda, envuelto en una mantita rasposa y gastada, parecía mirar a su alrededor
como comprendiendo que en aquel momento se le iniciaba otra vida. Su mujer lo
abrazó de inmediato buscando compensar y consolar su maternidad impedida.
Sabrá Dios que lo criaron como a
un hijo. No habrá sido carne de su carne pero lo educaron con amor y respeto,
sin que nada le faltara. Después el tiempo fue haciendo que las distancias
entre ambos se acrecentaran. Distintas maneras de pensar. Ciertos roces. Pero
nunca lo privó del apellido dado ni le espetó la verdad de su origen. Sabía que
no lo iba a comprender…y de alguna manera él ya estaba preparado para
enfrentarlo. En algún rincón de su interior presentía que alguna vez la
sospecha le iba picar y que todo el cariño que se le había dado en tantos años
se vería opacado cuando supiera la verdad…¡y esas viejas zurdas que nunca
dejaron de buscar…!
Ahora sólo de vez en vez extraña
la sensación de tenerlo íntegramente como hijo. Casi ya no le duele…pero lo que
sí lo tajeó en lo más profundo es el desprecio sincero que sintió hoy
en la mirada de su pequeño nieto. Y le dice “nieto” porque en verdad su corazón
lo siente así. Con apenas cinco años pareció hoy juzgarlo sin compasión por su
pasado y ante él se le cayeron de improviso todos los justificativos que
intentó sostener firmes estos años. Se quedó sin palabras… desnudo ante su alma
inocente que le inquiría por las atrocidades cometidas.
Por eso está él hoy allí, vencido,
despojada ya su alma de mentiras, lágrimas y consuelo. Ya nada tiene sentido. La
verdad ha resurgido con la fuerza de lo que no debe nunca dejar de existir.
Una sola bala en la recámara de
su pistola recién cargada. Ningún reclamo. Ningún reproche. Acerca sin titubear
el arma a su sien. Mira por última vez los rayos de sol que insisten en
filtrarse por la ventana…y dispara.
Terrible desde cualquier ángulo.
ResponderEliminarLas guerras y la violencia, es lo que tiene, que dejan huellas difíciles de borrar, es más, nunca se borran.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que fuerte.
ResponderEliminarY muy realista, ademas. Asì piensan.
Un abrazo.
Se suele olvidar el costado humano, lamentablemente. No todos fueron monstruos (de ambos lados) Le diste sentimientos humanos a una arista poco valorada de semjante situacion complicada.
ResponderEliminarNo se pueden olvidar ni justificar esas atrocidades y menos esos robos de niños a sus verdaderas familias, de ninguna manera tiene justificación.
ResponderEliminarUn abrazo
No tenía ninguna justificación, así que le quedaba la bala.
ResponderEliminarLa memoria perdura a pesar de las atrocidades, es tozuda, persevera.
Este relato está vivo y debe perdurar para que no vuelva a suceder.
Escrito desde tu sensibilidad más penetrante. Besito.
Mantener la memoria viva es una obligación tanto para la generación que sufrió el agravio y el daño como para las generaciones futuras.
ResponderEliminarUn texto duro y muy bien descrito.
Un abrazo
No sabes la bronca, y las ganas de llorar, pero llorar de impotencia, que es muy distinto. Bueno, eso me dio mientras te leía.
ResponderEliminarMe cuesta comentar, hay muchas cosas que se me vienen a la memoria, sobre todo cuando pienso en la cantidad de amigos que vieron de pequeños como se llevaban a sus padres.
Tu relato es impecable.
Un abrazo.
Que no nos quiten la memoria. Hay cuestiones que deben ser recordadas para que no olvidemos atrocidades que no pueden volver a repetirse.
ResponderEliminarUn relato muy real.
Un beso
Salud y República
Muy duro, las cosas de las guerras. Los seres humanos somos los únicos animales que hacemos el mal para imponer nuestro criterio, que justificamos los medios para conseguir un fin. Pero ahí están las conciencias dispuestas a no dejarnos olvidar, obligándonos a rendir cuentas cuando creemos que podemos hacer que esas atrocidades ya están en el olvido.
ResponderEliminarUn bala será la justiciera.
Un beso Leonor
Es cierto! Tuvimos conexión de pensamiento! Se ve que la noticia del nieto 106 nos moviliza a todos, es una muy buena noticia dentro de tantas malas.
ResponderEliminarSiempre pensé que esos tipos no tienen consciencia, están tan convencidos de su obrar que el pasado no les pesa. Pero tal vez me equivoque, tal vez en algún punto sientan el tormento de la culpa y el remordimiento (aunque sigo teniendo mis dudas)
Historias de tiempos horribles que no queremos volver a vivir.
Muy bien descrito el clima y el nefasto personaje.
Que sean muchos mas los que recuperen su identidad, ojalá.
un beso
Todos deseamos en mayor o menor cuantía, que este tipo de cosas no vuelvan a suceder, las guerras fratricidas no llevan a ninguna parte.
ResponderEliminarNadie tiene la verdad absoluta.
Abrazos.
Pienso que mucha gente ha tenido algún antecedente en su país de alguna que otra guerra. Qué triste y vacíos nos quedamos! Sobre todo cuando después de algún tiempo, observamos las puntas de las banderas de nuestras luchas.
ResponderEliminarAbrazos.
Hola Mónica!
ResponderEliminarImpecable relato, que refleja una incuestionable realidad. Por un lado, el convencimiento de estas lacras de que actuaron en defensa de la Patria, de un ideal de libertad occidental y cristiano (la primera parte de tu relato bien podría ser un alegato de defensa de cualquiera de los represores); por el otro, el apropiamiento de bebés y las consecuencias que deben afrontar al conocerse la verdadera historia.
El final de tu historia, el que todos deseamos para estos delincuentes con uniforme.
Un beso grande, y un Nunca Más!!
RoB
Excelente relato, puesto en la carne del "otro", ese que no tuvo compasión, ni sentimiento, ni nada que lo rescate de ese manto negro que cubrió tanto a tu país como al mío.
ResponderEliminarQuienes vivimos de algún modo, a través de persecuciones y miedo, porque algún ser querido solo quiso defender sus ideas y se las vio oscuras, más aborrecemos esa clase de reflexiones -que sin dudas debieron hacerse estos tipos a la hora de actuar y llevarse todo por delante. El protagonista de tu historia, tuvo al menos, un chispazo de culpabilidad que lo indujo a su final. Lamentablemente, hay quienes siguen defendiendo su postura cínicamente.
Recuerdos tristes de nuestra historia, pero que conviene, aunque duela, no taparlos con indiferencia.
Besitos al vuelo!
Gaby*
Gente, les agradezco a todos no sólo los comentarios, sino que hayan sabido interpretar mi intención de narrarlo desde el punto de vista de quien fuera partícipe voluntario de semejante barbarie. Por supuesto sus argumentos y reflexiones NO son los míos, de ahí que en su alegato inicial de aparentes justificaciones quizás algún desprevenido pueda interpretar que se trate de algún tipo de reivindicación militarista. Nada más lejos de la que ha sido mi motivación.
ResponderEliminarNeo, desgraciadamente el recuerdo que relatas es la historia de las atrocidas de todas las guerras. ¡Qué horror! Interesante que no pueda con las preguntas/miradas del "nieto"; que sea él quien le desbanque.
ResponderEliminar¿El adjetivo "zurdo/a" lo empleáis para hablar de gente de izquierdas?
¡Un abrazo por la paz Mónica!
Así es Mar, se utiliza despectivamente para todo quien se precie de progresista.
ResponderEliminarApenas veo tu comentario anterior. Lo leo por arribita, no me quiero dejar influenciar, pero viene bien que te lo cuente,así mi comentario es tal cual me nació una vez leído tu relato:
ResponderEliminarExcelencia en la forma de relatar y un alto valor narrativo al contarlo desde "el otro", que piensa y siente tan diferente a nosotros.
Aun sin haber existido ese final, el relato cobraba importancia para mí, por tratarse de SUS razones, SUS ideas, SUS por qués. Para poder entender que hay gente que pudo estar de acuerdo con algo tan inaudito, tan inhumano, tan injustatamente bárbaro! (y para entender que quien escribe a veces lo hace desde la vereda de enfrente).
Quería oirlo a "EL" y vos me lo hiciste escuchar.
Abrazos y aplausos dobles, amiga!
p.d. espero haber podido hacerme entender... ;)
Muchas gracias Cass!...mi intención fue esa, intentar escuchar los justificativos que pudiesen esgrimir quienes perpetraron semejantes atrocidades para, por oposición, mostrar las tragedias que debieron soportar sus víctimas.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias otra vez.
Te has puesto del otro lado, has empatizado con el "enemigo" para intentar darnos razones, o por lo menos algun motivo que nos lo haga menos crudo, duro, dificil de entender. Sin embargo, no hay razón, ni motivos para determinadas cosas y no obstante siguen ocurriendo porque asi lo queremos, nosotros los humanos, que tantas veces erramos y volemos a errar.
ResponderEliminarMe gustó mucho y me hizo reflexionar.
Gracias por estar aqui.
Besos
Por fin...lo conseguí!!! este blogger a veces nos gasta unas bromas...
ResponderEliminarBueno, qué decir que no esté ya dicho,duro y emotivo tu relato y como dice Rafa que no nos quiten nunca la memoria porque estas cosas hay que recordarlas siempre porque no pueden volver a ocurrir.
Muy bueno, Neo.
Un beso.
Se mire por donde se mire hay dolor.
ResponderEliminarImpecable Neo. Siempre viva la memoria.
Un abrazo.
buen relato de una situación desgraciada para todos los implicados.
ResponderEliminarGenial Neo, hay cosas terribles para los dos bandos, pero nada puede justificar las barbaries cometidas, soy de las que pienso que la memoria histórica, se debe mantener intacta, es importante para que no se vuelvan a cometer los mismos errores. Besitos.
ResponderEliminarUff Moni, que tremendo relato. Para quienes lo pasamos creo que es aun más fuerte.
ResponderEliminarCada línea me trajo recuerdos oscuros, y me sigo preguntando cómo pudo haber pasado esto. Lo más importante es que todos podamos sostener el mismo deseo NUNCA MAS
Un abrazo enorme
Duro relato. La perspectiva de esos iluminados que no dejan de creerse poseedores de la verdad.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención que, en referencia al hijo, digas que no dejó de "espetarle" su origen, palabra que eleva la dureza del relato y el retrato del personaje.
Nunca más y en ningún lugar.
Besos.