Inspirándome en el texto de Julio Cortázar del post anterior, algo propio:
Hubo un tiempo en que a los relojes se les daba cuerda. Los televisores
se encendían pocas horas y con imágenes en blanco y negro. La radio estaba
presente y era grata compañía. Los saludos se enviaban con postales y las cartas
de amor llegaban desde lejos y en sobre estampillado.
Hubo un tiempo en que jugar en la calle no implicaba
peligro. Las veredas lucían rayuelas dibujadas con tizas, no era raro ver
chicos en cuatro patas jugando a las figuritas. El que tenía coche era casi
casi un potentado. Los kilómetros marcaban las distancias y mudarse al
extranjero suponía una despedida definitiva.
Hubo un tiempo en que la gente solía hacer visitas por la
tarde o los fines de semana y se servía té con masitas o torta hecha
especialmente en casa. Las noticias llegaban con retraso. La palabra empeñada
era palabra santa y ser deshonesto estaba mal visto.
Hubo un tiempo en que las siestas eran moneda corriente. Los
padres llegaban a casa al mediodía, se almorzaba todos juntos, se descansaba
una hora y luego volvían a trabajar en jornada discontinua. Había médicos de
familia, uno sólo trataba y conocía desde el más viejo al más chico.
Hubo un tiempo en que los domingos la gente comía pastas
amasadas por la abuela, suficiente para toda la prole que llegaba con sus
hijos. Se festejaba en familia se discutía sin odios y se gritaba en compañía, haciéndose
mala sangre a la hora de los partidos.
Hubo un tiempo en que la luna era tema de enamorados. Ni se
pensaba que era satélite ni menos que un día se la pisaría. Los tocadiscos
portátiles resultaban la novedad. Amenizaban las fiestas bailables en casa de
alguno de la barra, con la presencia paterna cercana, siempre atento para
controlar.
Recuerdo con mucha nostalgia esa época…no porque haya sido
mejor, sino porque yo era distinta…o igual, pero recién estrenada…y los sueños
estaban intactos, la verdad me parecía una sola y era una enormidad el tiempo
que tenía por delante…
Muy buen texto y acompañado de estupenda música. Ojalá pudieramos volver a esos tiempos, en que se daba cuerda a los relojes (que extraño suena hoy) con muchos de los avances que tenemos hoy.
ResponderEliminarBesos, Mónica.
Hubo un tiempo, en que el futuro,
ResponderEliminarera un tiempo a estrenar,
el pasado no existía
y el presente era verdad.
Un abrazo Mónica.
Yo añoro el viejo reloj de cuerda de mi Padre. Lo encuentro a faltar para que me guíe correctamente en los espacios de tiempo, tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
tanta verdad, que provoca nostalgia.
ResponderEliminary diremos nada es como era, y entenderemos a quienes nos lo decían de pequeños, y nos costaba tanto entender...
De nuevo por tu casa amiga.
ResponderEliminarSaludos y feliz domingo.
Yo conservo y practico todavía mucho de ese tiempo.
ResponderEliminarY me va bien.
¿Realmente existió ese tiempo? Tengo una vaga idea, un diluido recuerdo, me suena como algo de ayer, pero... me perece demasiado mágico para que fuera verdad.
ResponderEliminarY si lo fue, ¿cómo hemos sido tan torpes para perderlo?
Una gozada de texto, tan sencillo, que da gusto.
Abrazos
genial inventiva, saludos
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta como escribes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese tiempo también fue mi tiempo Querida Amiga, y también lo recuerdo con nostalgia. Sí, éramos recién estrenadas, el futuro nos pertenecía…y también la alegría y varias certezas.
ResponderEliminarEra, un mundo distinto y los temas cotidianos, también eran distintos. Las puertas y las ventanas, no tenían rejas, las casas no necesitaban alarmas, las personas se sentaban en las veredas para disfrutar el fresco del verano. Los niños corrìamos tras las luciérnagas por las noches.
Volver a ese territorio es una experiencia feliz ¡Muchas Gracias guapa! Mi abrazo, siempre con mucho cariño!
Qué buena forma de recrear a Cortázar.
ResponderEliminarQuizá añoramos el gesto. El mero gesto de dar cuerda a un reloj.
Otros tiempos Neo, como bien dices ni mejores ni peores, otros.
ResponderEliminarY no hace tanto ¿verdad? aunque lo parezca.
Precioso texto.
Un abrazo.
sin dudas esta entrada me llega al corazón, seré joven pero sin duda me estoy atado a esos momentos de disfrute y goce, de sencillez, de amor incondicional, de cosas familiares... ay ay... mónica... sabes escribir muy bien, siempre lo dije eh... me encanta tu manera de transmitir estas ideas, tenes una buena muñeca y soltura a la hora de dejarte llevar por esos tintes viejos, hoy ya superados, lamentablemente por la globalización y la producción en masa de todo... como se disfruta una torta!
ResponderEliminary además de una torta... esa compañia de sobremesa... muy buen relato amiga.... un beso!
ResponderEliminarCuanta nostalgia... pero que belleza de texto. Yo, intento que todo siga casi igual. Lo intento y a veces se logra y otras no.
ResponderEliminarUn besazo.
sabes que con tus palabras he vuelto al tiempo que solo medía el reloj de bolsillo del abuelo?... tiempos y tiempos sí...
ResponderEliminarBesote y medio
Hay una preciosa poesía de Garcilaso de la Vega en la que evoca que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero si siempre pensamos así nunca escribiríamos en las páginas nuevas del libro de nuestra vida y hacerlo es siempre más enriquecedor y disfrutable.
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